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¿Cuáles son los mejores idiomas para viajar por el mundo?

“¿Y con el idioma cómo hacen?” “¿Cuáles son los mejores idiomas para viajar?” “¿Cuántos idiomas hablan?” son preguntas típicas cada vez que hablo sobre mis viajes. Es sencillo imaginarse mochileando en México o en Perú donde, más allá de los regionalismos, compartimos el mismo idioma.

¿Pero qué pasa si queremos viajar a Albania, a China o a Tanzania? ¿Cómo me comunico con la gente en la calle? ¿Puedo viajar igual si no sé hablar otros idiomas? Si bien no hay una respuesta única y universal ─todo depende mucho del país a dónde se quiera viajar─, lo cierto es que mientras más idiomas uno hable más chances tiene de viajar mejor.

En Etiopía la lengua oficial es el amhárico. Algunos hablan francés o inglés, uno de los mejores idiomas para viajar

¿Qué idiomas me conviene aprender para viajar por el mundo?

A modo de generalización, si me piden una opinión, estos son los cinco mejores idiomas más útiles al momento de viajar:

Inglés

Sin lugar a dudas, y salvo algunas excepciones, el inglés es una de las lenguas internacionales más habladas y, por ende, uno de los mejores idiomas para viajar. Con más de 400 millones de hablantes nativos, y 1.600 millones de personas que lo tienen como segunda lengua, estudiar inglés es una apuesta segura. Allí donde nadie hable español, siempre será posible encontrar a alguien que hable inglés y pueda darnos una mano.

Español

Intuyo que si llegaron leyendo hasta acá es porque hablamos el mismo idioma, pero lo pongo de todos modos porque siento que muchas veces menospreciamos nuestra lengua, sin darnos cuenta de lo importante que es a nivel mundial, y de la ventaja que tenemos al hablarla de manera nativa. El español es el segundo idioma más hablado en el mundo después del chino mandarín, con más de 496 millones de hablantes. Es la lengua oficial de veinte países en el mundo, y aunque pueda parecer difícil de aprender, sobre todo si se quiere estudiarlo mientras se viaja, el número de estudiantes extranjeros crece año a año. Por eso, merece un lugar entre los mejores idiomas para viajar.

Árabe

Es el quinto idioma más hablado del mundo, con 22 países que lo tienen como lengua oficial, el árabe es un as bajo la manga al momento de viajar. No se puede negar que difícil ─leí por ahí que un niño no llega a un dominio del idioma sino hasta los siete años─, además de que existen tantas variaciones que estudiarlo de forma correcta puede resultar frustrante. Sin embargo, siendo que es el idioma del Corán, hablar un poco de árabe es sumamente útil no sólo en países de Medio Oriente sino también en aquellos donde predomine el Islam, como Sudán, Indonesia o Marruecos.

Ruso

Es el octavo del mundo y, junto con los mencionados en esta lista, uno de los idiomas oficiales de la ONU. Además de Rusia (que no es poca cosa), hablar ruso es una gran puerta para manejarse en todos los países de Europa del Este así como en aquellos que formaron parte de la Unión Soviética, lo que lo ubica como uno de los mejores idiomas para viajar.

Aunque no sea idioma oficial de estos países, no es difícil encontrar gente que lo hable como segundo idioma. Desde República Checa, Moldavia o Bulgaria, hasta todos los de Asia Central como Kirguistán o Turkmenistán. Puede ser incluso útil en Mongolia. Aunque el alfabeto cirílico puede desanimar a primera vista, el ruso no es un idioma difícil de pronunciar para quienes hablamos español.

El ruso es uno de los mejores idiomas para viajar
Nunca estuve en Rusia, pero mi primer encuentro con el alfabeto cirílico fue en Bulgaria, donde se habla búlgaro. Me pareció como volver a aprender a leer, y fue todo un desafío. Por suerte, todos los carteles de ruta estaban también en inglés, entonces se podía aprender más fácil.

Francés

No está entre los diez idiomas más hablados del mundo en relación a la cantidad de habitantes, pero debido a la gran número de países que fueron colonia, hablar francés puede ser una gran llave al momento de viajar. Son 33 países lo que lo utilizan como primera o segunda lengua oficial, y la mayoría se encuentra en África. Desde Togo o Benín hasta la República Democrática del Congo, Yibuti o Madagascar, planificar un viaje al continente negro no puede pasar por alto unas lecciones básicas de francés.

¿Cuál es el mejor idioma para viajar? ¿Por dónde empiezo?

Lo primero que tenemos que saber, es que si el objetivo de estudiar una lengua es poder manejarse durante el viaje, no hay que tomárselo tan a pecho ni buscar la perfección.

Es decir: podemos aprender a hablar lo básico de árabe o de chino sin zambullirnos en la aventura de aprender también a leer y a escribir. Acá van algunas opciones, con sus pros y sus contras.

Nuestro método

Juan y yo tenemos la desventaja de hablar los dos los mismos idiomas. Manejamos muy bien el inglés (de chica quería ser traductora así que le puse mucho empeño); hablamos italiano (había una oferta de un curso de verano, y como se imaginan, yo no era una chica muy popular. Estaba aburrida y me puse a estudiar, y me gustó tanto que después seguí tres años más); y hablamos algo de alemán (lo intenté, estudié casi cuatro años pero por falta de práctica y por mucha timidez desistí. Juan tiene una gramática terrible, pero se anima más que yo).

Digo desventaja, porque sería mucho más útil si alguno de los dos hablara bien francés, o en vez de alemán se me hubiera dado por el ruso. Pero en fin, así las cosas.

Hablo inglés y doy abrazos gratis

De todos modos, como se podrán imaginar, con estos tres idiomas más el español, no alcanza. Por eso, Juan y yo llevamos siempre a mano un phrasebook casero y personalizado. En todos estos años ya sabemos más o menos qué frases o palabras son las que necesitamos aprender, y entonces armamos estas hojitas con las palabras en español y el espacio en blanco. Cuando llegamos a un país nuevo, buscamos a alguien que sepa hablar inglés y el idioma local, le preguntamos cómo se dice cada cosa, y así la vamos completando.

No escribimos la manera correcta, sino cómo suena cada palabra. Y cada vez que queremos decir algo, sacamos las hojitas frente al asombro de todos, y ponemos nuestro mejor esfuerzo. Además, como ya conté, tengo memoria fotográfica entonces me resulta mucho más fácil aprender algo si lo veo escrito de mi puño y letra, que si lo escucho y lo repito en el aire. Gracias a este método combinado con varios meses de viaje en algunos países, hoy recuerdo palabras del albanés, del swahili o hasta del quechua.

El amhárico, idioma oficial de Etiopía, cuenta con alfabeto propio.

Algunos mitos y verdades sobre viajar hablando (o no) el idioma local:

Si viajás por Latinoamérica no necesitás aprender nada, todo el mundo habla español

Mito total. Aunque el idioma oficial de la gran mayoría de los países sea el español, ese no es el único idioma que se habla. Y no me estoy refriendo solamente a Brasil, en donde el portugués es el idioma reinante. Estoy hablando de los centenares de lenguas originarias que se hablan desde Argentina hasta México. Eso, sin contar las Guayanas y Surinam, donde el inglés, el holandés y el francés son las lenguas oficiales de cada uno de estos tres países.

Entonces, sí, por supuesto es que es posible moverse por toda Latinoamérica sin saber hablar otra cosa que español, pero aprender algo de guaraní, quechua o inglés, puede ser muy útil tanto para relacionarse con la gente local, como para ayudar a otros viajeros el camino.

Aunque el español es uno de los mejores idiomas para viajar por el mundo, saber quechua marca la diferencia
Manejar lo básico de quichua fue esencial en nuestro viaje por los caminos Jalq’as en Bolivia.
En Paraguay se habla español y también guaraní, pero en el oeste, existen colonias menonitas en donde el alemán es el idioma principal.
En Paraguay se habla español y también guaraní, pero en el oeste, existen colonias menonitas en donde el alemán es el idioma principal.
En Guyana Francesa el Che te vende cigarros caros y te advierte, en francés, de los riesgos de fumar.

Con señas todo el mundo te entiende

Mito a medias. Quiero decir, por supuesto que si las dos partes le ponen voluntad y no hay ningún idioma en común, las señas son el mejor recurso. Pero, ¿quién puede disfrutar de un viaje sin poder comunicarse más que por medio de señas? Y además, ¿estamos seguros de las señas que vamos a usar? Porque aunque no se nos pase por la mente, no todas son universales.

En nuestra cultura, por ejemplo, el pulgar arriba es gesto de que todo está bien, mientras que en Irán puede ser considerado algo obsceno. En Islandia, para decirnos que su auto estaba lleno y que no podía darnos un aventón, la gente se pasaba el dedo índice por el cuello, del mismo modo en que nosotros lo hacemos para decir “te voy a matar”. Sí, me llevó un rato entender que no eran todos asesinos seriales sino que estaban disculpándose por estar a tope. También nos hicieron una seña que bautizamos «colita de ballena» y que al día de hoy sigo sin entender. (Hay todo un catálogo de señas en el post de Aniko sobre hacer dedo en Islandia)

Estudiar X idioma no te sirve para nada

Esta frase es bastante común cuando se trata de idiomas que no han sido muy difundidos el mundo y que, claramente, no califican como los mejores idiomas para viajar. ¿Cuál es el sentido de estudiar catalán, finlandés, húngaro o italiano? Pues déjenme decirles que esa frase es un mito total. Claro que hay idiomas más útiles que otros si hablamos de contextos generalizados, pero bien decía mi abuelo que el saber no ocupa lugar, y no hay idiomas que no valgan la pena.

Gracias al italiano, por ejemplo, pude comunicarme con mucha gente en Albania, que quizá no lo sabía leer ni escribir pero lo había aprendido de la tele y eso era suficiente para que pudiéramos tener una charla. Además, está científicamente comprobado que el segundo idioma es más fácil de aprender que el primero, y el tercero que el segundo, y así sucesivamente.

Aunque no hables perfecto la gente te entiende lo mismo

Verdad absoluta. Repito, no hace falta hablar como un experto, y no hay que tener vergüenza de sacar el cuaderno, el diccionario o lo que sea para poder comunicarse. Ese interés siempre es visto como algo positivo, y aunque no se pueda llegar a tener conversaciones muy profundas, siempre será mejor que hablar solamente con señas.

Las mejores anécdotas (las que salieron bien y las que no tanto)

En Egipto inauguramos teléfono, y se nos ocurrió usar el Google translator, esa versión que vos hablás y el teléfono te tira el subtítulo. Estábamos en un auto, con dos chicos que hablaban poco inglés y nos estaban llevando a un lugar para dormir. Según Google, el chico decía “mi hermana está cubierta sola en el departamento encerada”. Después entendimos que la chica estaba de vacaciones y que nos podía prestar el departamento. La parte de la cera sigue siendo un misterio.

En Albania, en el interior, conocimos a una señora en la caja de una camioneta. Miraba muchas novelas mexicanas y escuchaba radio en italiano. Tenía una mezcla interesante, pero cuando dijo “mio figliolo a casa” y le entendimos que su hijo estaba en su casa, empezamos a conversar en esa media lengua, y la señora se puso tan feliz como nosotros.

Terminamos dos días en su campo, caminando por la montaña con ella, que estaba chocha de mostrarnos su valle. No pegábamos una gramaticalmente, pero nos enseñó a hacer el café, nos contó cómo cultivaban el campo, y hasta nos habló de sus animales de granja a los que cuidaba como mascotas. Hizo que me fuera de Albania todavía más contenta.

En México, durante mi primer viaje, se combinaron dos factores nefastos: yo estaba muy porteñizada en mi manera de hablar, y no tenía mucha noción cultural del país al que acababa de llegar. En casa de una familia que me estaba hospedando, había un nene que no paraba de hacerme morisquetas y de buscarme para jugar. En una de esas, dije: “qué pendejo más hermoso”. Y noté que había metido la pata. Mal. No importaron mis esfuerzos por explicar que en Argentina usamos la palabra “pendejo” para referirnos a alguien joven o a un niño, y que la intención la da el contexto. A menos que la palabra “pendejo” siga con un “de mierda”, no es un insulto. A la gente le cayó mal igual, y me sentí horrible.

Si hubiera sabido leer en islandés, habría entendido que este cartel nos estaba advirtiendo de esta especie de pájaros que anidan en el suelo y son por demás de territoriales. No habría terminado entonces corriendo campo traviesa unos días después, tapándome la cabeza a las carcajadas pero aterrorizada al mismo tiempo, mientras unos siete u ocho pájaros se nos lanzaban en picada a toda velocidad, nos cagaban encima, y armaban un escándalo digno de una rebelión animal. Tuve miedo.

En Tanzania saber algo de swahili me permitía ir de compras prescindiendo totalmente del inglés. Preguntaba precios, pedía algunas verduras. Me di cuenta entonces de que por “hablar” el idioma, pagaba menos que el resto de los viajeros que se manejaban con señas o que entraban preguntando en inglés.

Por eso, repito: no hace falta ser un eximio políglota; con saber defenderse (con los mejores idiomas para viajar y lo que no también) alcanza para poder hablar con la gente, comprar algo en el mercado local o pedir ayuda en caso de emergencia. Pónganse del otro lado, sino, e imagínense una situación cotidiana en su barrio. ¿Qué viajero caería mejor? ¿El que entra en una panadería y saluda y pregunta un precio en un español tarzánico, o el que entra de una hablándole en inglés a Doña Rosa?

Laura Lazzarino

Soy Laura y desde 2008 vivo con mi mochila a cuestas, con un único objetivo: viajar para contarlo. Este blog es el resultado de mis aventuras a lo largo de +70 países. ¡Bienvenido a bordo!

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