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Desafío Serbia – Croacia (4): Escapar en Belgrado

Me lo preguntaron muchas veces, y siempre fue igual. Nunca hubo una curiosidad sincera, mucho menos una intención inocente. “¿De qué te escapás?”, y la sílaba final venía siempre acompañada de una mirada en F22, bien entrecerrada, como intentando enfocar en lo más profundo del ser cuestionado, o sea, yo. Era claro que la pregunta no era una pregunta sino un juicio de valor sin escapatoria (valga la redundancia). Viajando te escapás de alguna responsabilidad de esta vida, pero no te vas a escapar de reconocer tus flaquezas frente a esta pregunta. Porque la huida, claro está, es de cobardes. Huye el que tiene miedo, el que no se la banca, el gallina. Al principio, la situación me generaba violencia. A nadie le gusta que lo juzguen cara a cara, mucho menos a base de prejuicios. Yo no me escapaba de nada.

Con el paso del tiempo, me di cuenta de que en realidad no escapa solamente el miedoso. De hecho, empecé a creer en todo lo contrario. Hay que tener valor para escapar, para enfrentarse al riesgo de la deserción, al fracaso de no conseguirlo. Escapa el que quiere un cambio, el que no soporta las condiciones, el que necesita imperiosamente algo diferente para sí. Escapa el que quiere estar vivo. La fuga pone al flor de piel todos los sentidos, lo llena a uno de adrenalina, hace que la mente toma conciencia de cada momento, de cada parte del cuerpo, de cada estímulo. Viéndolo así, entonces yo era una escapista profesional, y del odio pasé al orgullo. Me escapo de la vida impuesta, de la filita de hormigas, del dedo acusador. Y me encanta.

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Llegamos a Belgrado un lunes por la mañana, huyendo de la lluvia. Pero esa misma lluvia que nos había aguado las fotos en Zagreb y que había convertido el techo del tren en una orquesta monocorde, estaba también en la capital serbia, y por todos lados. Hay cosas de las que uno no se puede esconder.

Armamos planes lo mismo. (A veces tiendo a pensar que las cosas que uno ignora por voluntad propia pasan a no existir de manera automática, así que dijimos: vivamos como si la lluvia no existiera y entonces quizá no nos mojemos). Free Walking Tour, probar bürek, buscar grafitis, ver los edificios bombardeados, sacar muchas fotos, Semun, y toda la ex y post Yugoslavia que podamos meter en nuestras cámaras. Y cuando ya teníamos todo más o menos ordenado y habíamos dejado el espacio en blanco para lo imprevisto, llegó la invitación. “Chicas, ¿no quieren probar uno de nuestros escape rooms? Los abrimos hace unos meses y nos gustaría que escribieran sobre ellos”. Pff, escape room. Claro, vas a venir a la ciudad que fue capital de uno de los imperios comunistas más nostálgicos de la Tierra, la única ciudad europea bombardeada por la OTAN, el lugar donde comenzó la I Guerra Mundial, la capital del país de Kusturica, el hogar de Tito, el país de Tesla, y tantas otras cosas más que aumentan mi indignación momentánea ¿y te vas a meter en un cuarto decorado para que juegues a escaparte sabiendo que aunque hagas todo mal vas a salir igual? Qué estupidez.

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Es obvio que viajando aprendí a ser más flexible, pero hay opiniones que ni los kilómetros ni las fronteras parecen poder cambiar. Leo que una ciudad tiene “excelente vida nocturna” y puaj; que tal sitio el “ideal para el avistamiento de aves” y una voz homeresca me dice “aburridooo”. Pero en fin, estábamos ahí, llovía y era gratis.

Los escape rooms son una especie de juego para grandes que consiste en intentar salir de una habitación resolviendo acertijos y utilizando los elementos que hay dentro en un lapso de una hora. Cada escape room es único, y por eso las habilidades que se ponen a prueba varían. Hay que observar mucho, poner en juego la creatividad, la lógica y siempre, jugar en equipo. Dentro del cuarto hay cámaras escondidas, que permiten que de afuera se pueda observar el juego. Así, cuando la cosa no avanza, se puede pedir una pista que ayude a resolver el acertijo. Los primeros escape rooms fueron creados en Estados Unidos en 2006  por un grupo de ingenieros en sistema y el cuarto estaba inspirado en los libros de Agatha Christie. A Belgrado la moda llegó hace menos de un año, y en Adrenalin por el momento hay dos opciones: el despacho de Tito, o la mente de Tesla. Supongo que mi escepticismo iba más allá de la casi-seguridad de estar perdiendo el tiempo encerrada, en vez de estar explorando una ciudad que no iba a ser fácil de acaparar. Creo que ─aunque me cueste admitirlo─ lo que no me convencía era la idea de jugar, o más bien, de meterme en el juego. Voy a intentar explicarlo: como buena fanática de Los Goonies, me parecía fantástico recrear situaciones donde hubiera que poner a prueba el ingenio, el sentido común, la percepción. Pero como adulta de 30 años a quien el avance tecnológico la dejó anclada a la Family Game, tenía una especie de desconfianza de poder entrar en clima. Más aún, sabiendo que esto no se trataba de algo virtual sino de algo real.  Cuando jugamos como niños, la mayoría de los adultos jugamos a jugar. Fingimos que comemos torta, pero masticamos el aire sintiendo gusto a vacío porque sabemos bien que lo que hay ahí no es dulce de leche sino la nada misma, que es a lo que sabe el bloqueo general de imaginación. Sin sobrinos y con un instinto materno totalmente dormido, sé bien que no podría sobrevivir en el País de Nunca Jamás por más de 5 minutos.

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Todo esto pensaba yo mientras Sanja nos daba la bienvenida y nos indicaba que, por ser novatas y por ser dos (los equipos pueden ser de hasta seis participantes) nos iba a tocar el despacho de Tito, que es el cuarto más fácil. A esa altura, yo pensaba en dos posibilidades:

a- para resolver todo van a ser necesarios conocimientos de matemática, historia, etc. etc. y me voy a quedar mirando la pared durante 60 minutos (o lo que es peor, voy a empezar a gritar “¡Guardias!” mientras parto la puerta a puñetazos);

b- voy a terminar con la misma cara de decepción que Amy (perdón, no lo encontré subtitulado!)

Pero hacía falta (y quería) ponerle onda, así que saqué mi lado más competitivo y presté atención como si la vida dependiera de eso. La consigna: imaginar que somos la mujer del Mariscal e intentar averiguar a quién pertenece su corazón (parece que el hombre tenía fama de mujeriego).

Josip Broz Tito fue la mente detrás y al frente de Yugoslavia, una federación socialista que abarcaba los actuales países de Serbia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia, y que duró desde la II Guerra Mundial hasta el año 1991. Las voces sobre la realidad cotidiana de Yugoslavia son muchas, y no voy a entrar en detalle en este post, pero se diga lo que se diga, lo cierto es que Tito cambió la historia de esta parte del mundo y que aún hoy, a más de 20 años de la caída del régimen y de las guerras que se desprendieron, su personalidad sigue presente en las calles de Belgrado, en las conversaciones de la gente y hasta en los juegos de entretenimiento, como este que estamos por jugar.

Estatua de Josip Broz Tito en La Casa de las Flores, residencia que luego se volvió su mausoleo. "Tito" no era su apellido como muchos piensan, era su apodo. Ese nombre que a muchos nos causó gracia en las clases de historia se deriva de los vocablos "Ti" - "tú", en serbio y "To" - que quiere decir "eso". Parece que en épocas de guerra, al señor se le daba fácil lo de dar órdenes, y de tanto mandar a unos y otros a hacer esto y aquello, le quedó Tito.
Estatua de Josip Broz Tito en La Casa de las Flores, residencia que luego se volvió su mausoleo. «Tito» no era su apellido como muchos piensan, era su apodo. Ese nombre que a muchos nos causó gracia en las clases de historia se deriva de los vocablos «Ti» – «tú», en serbio y «To» – que quiere decir «eso». Parece que en épocas de guerra, al señor se le daba fácil lo de dar órdenes, y de tanto mandar a unos y otros a hacer esto y aquello, le quedó Tito.
Tito tuvo el velorio más popular del historia. A su funeral asistieron +208 representantes y delegaciones de 127 países. Las naciones que no mandaron a nadie, están pintadas en gris.
Tito tuvo el velorio más popular del historia. A su funeral asistieron +208 representantes y delegaciones de 127 países. Las naciones que no mandaron a nadie, están pintadas en gris.
Creo que no me equivoco si digo que de los países de la ex Yugoslavia, en Serbia es donde más se siente la nostalgia de aquellas épocas...
Creo que no me equivoco si digo que de los países de la ex Yugoslavia, en Serbia es donde más se siente la nostalgia de aquellas épocas…
Tito en las paredes...
Tito en las paredes…
Tito en las remeras...
Tito en las remeras…
Sexy Tito en la playa
Sexy Tito en la playa
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Los Yugos, autos de fabricación yugoslava, todavía circulan por las calles de Belgrado.

Entramos desconfiadas. El cuarto era como nos imaginamos, un despacho de la época. Había muebles, banderas, fotos y muchos candados. Nada más. Estaba segura de que iba a haber una pista que nos dijera por dónde empezar, un papel con instrucciones, una pregunta que nos ayudara a desenmarañar el resto del ovillo. Pero nada. Sólo un reloj en cuenta regresiva sobre la puerta, y un cuarto que requisar. Y entonces, cuando ya había sacado todas las conclusiones, cuando había dejado bien en claro mis fundamentos y cuando estaba convencida de aburrirme como un hongo, se activaron mis sentidos. Vos buscá allá, yo acá, mirá lo que encontré y esto para que sirve. No sé si fue cuando descubrí la primera pista o cuando abrimos el primer candado, pero tuve que retractarme de todos mis pensamientos, mis prejuicios y mis palabras: estábamos jugando a más no poder, y queríamos ganar más que nada en el mundo. No voy a develar detalles del juego en sí, porque les arruinaría la sorpresa y lo que más quiero es que si pasan por Belgrado, vayan. Lo que voy a decirles que no llegamos a hacerlo en los 60 minutos pero resolvimos el acertijo igual, y que nos gustó tanto y quedamos tan embaladas, que del puaj, del aburrido, de qué estupidez pasé a ¡juguemos de nuevo! ¿Hay de esto en Buenos Aires? ¿Habrá clubs de adictos a los escape rooms? Así que a la mañana siguiente ahí estábamos las dos para desafiar a Tesla, y esta vez, con un poquito menos de ayuda que el día anterior, lo conseguimos.

¡Casi, casi! Pero yo lo cuento como un sí rotundo.
¡Casi, casi! Pero yo lo cuento como un sí rotundo.

Si me preguntan si cumplimos con el desafío, la respuesta es un sí, y vale doble. Escapamos del cuarto de Tito, pero también escapé un poco de mis pensamientos, de hacer siempre lo mismo. Escapé de escapar, si se quiere, porque aunque el blog se llame los viajes de nena, en temas de juegos la infancia se me escapa, y jugar me daba un poco de cosa.

Sí, también voy a escribir sobre Belgrado más allá de los juegos y de la lluvia. Eso se viene después de los desafíos. Mientras tanto, acá les comparto la foto de un habitué del bar que le hace honor a Tito, y donde saqué muchas de las fotos de este post, y algunos datos curiosos, por si se quedaron con ganas de jugar, y algo de info práctica, por si están planeando un viaje a Belgrado. Nos vemos en la próxima.

Amé esta foto.
Amé esta foto.
 Según el último relevamiento, en el mundo existen 1754 escape rooms, desparramados en 58 países. Si quieren saber cuál es el lugar que les queda más cerca, pueden consultar este directorio.

Si están por Belgrado, de más está decirles que pasen por Adrenalin Escape Rooms. El cuarto de Tito es lo más.

No hay registros de records, y supongo que es porque sería muy difícil establecerlos: cada cuarto es diferente, y no es lo mismo jugar de a dos que de a seis. Nosotras dos lo hicimos muy bien. Igual, creo que 3 sería el número máximo para que todos puedan participar de lleno. Creo que lo más importante no es vencer al reloj, sino vencerse a uno mismo. Igual, para los curiosos, les cuento: el cuarto de Tesla era el más difícil, a nosotros nos llevó una hora, y el record era de 20 minutos entre 4.

Cuanto más veces uno juega, más fácil se hace descubrir las salidas. Encontré muchos blogs sobre escape rooms. Gente que hace reviews, gente que juega en equipo. No encontré nada sobre clubes de adictos, pero estoy segura que no van a tardar en aparecer.

Por lo que leí, las variaciones entre cuarto y cuarto son abismales. La recreación de The Big Bang Theoty no es tan errada: hay cuartos donde el objetivo es resolver todo escapando de un zombie. De todas maneras, lo más extremo que averigüé fue sobre Japón: mientras el equipo intentaba resolver la pista, entraba otro participante extra y mataba a tiros a uno que, obviamente, era cómplice. Aunque eso era parte del juego, hubo varios que no pudieron controlar sus emociones, y el juego se fue al demonio. No los culpo.

Muchas empresas utilizan estos juegos como parte del entrenamiento a su personal. Se supone que bajo presión y en el marco de una actividad divertida, se pueden construir lazos y aprender a trabajar en equipo. Yo creo que si no se juega entre amigos, el resultado puede ser desastroso. El reloj pone la competencia al máximo.

Si no hay un club de fans/adictos a esto, me propongo como presidente.

Algunos datos útiles sobre este viaje:

Dónde dormir: Durante nuestra estadía en Belgrado, Aniko y yo nos quedamos en el Hedonist Hostel. Nos encantó. No suelo ir a hostels en mis viajes, y este me trajo recuerdos de por qué me gustaba tanto trabajar en hostels cuando recién empecé en el mundo del turismo: las ganas de recibir gente, la atención, el ambiente. Más que recomendado.

Precios: Sebia es muy barato, y si vienen de Croacia la diferencia se nota aún más. Se puede almorzar muy bien por 3-5 euros, y si piensan cocinar, mucho menos entonces. Un té vale alrededor de 1 euro, ¼ de bizochitos lo mismo (sí, Serbia tiene muchos panificados, que además de ser una buena opción para salir del paso, tientan). El transporte local es muy barato. Tan barato, que casi todo el mundo “se olvida” de pagar.

Qué hacer: me volví muy fanática de los Walking Tours en mi último viaje por los Balcanes. Primero porque me gusta caminar mucho, segundo porque por lo general son gestionados por gente joven, que conoce la ciudad, y que le da una mirada que va más allá de lo que dicen los libros. En Belgrade Walking Tours tienen varios, desde el gratuito (a base de propinas) sobre la historia general de Belgrado, hasta tour comunistas por la ciudad. Recomiendo particularmente el segundo, que más que un tour es una clase de historia hecha y derecha.

Qué comer: Los serbios comen mucha carne. Si no son vegetarianos, no se pierdan el cevapi (se lee chevapi) y las hamburgesas serbias. 100% casero todo.

Lo último: Prepáranse para comer con humo. Los serbios fuman horriblemente, y si uno se queja, pasa por desubicado. Eso sí, lo que tienen de fumadores lo tienen de hospitalarios, y aunque no hablen inglés la voluntad de comunicarse siempre está. Bajen el prejuicio de que Serbia es peligroso o es “girl-unfriendly”, como me dijeron por ahí. Hay que viajar por este país. Vale mucho la pena.

Este post forma parte de la serie “Desafío Serbia-Croacia”, un viaje de tres semanas que estoy haciendo junto a Aniko, de Viajando por Ahí. Pueden leer el Desafío #3: Dejar que nos lleve el azar en su blog. También pueden seguir el día a día de nuestro viaje por Twiter, y mandarnos sus desafíos para las ciudades que vienen.

En este desafío contamos con el apoyo de:

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Laura Lazzarino

Soy Laura y desde 2008 vivo con mi mochila a cuestas, con un único objetivo: viajar para contarlo. Este blog es el resultado de mis aventuras a lo largo de +70 países. ¡Bienvenido a bordo!

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