Hace muchos años tuve un sueño. No sé si los años fueron tantos, ni si el sueño lo tuve con los ojos cerrados. La acumulación de recuerdos ensancha la vida y da vuelta la noción del tiempo. Yo quería ir a Europa. Estaba segura. Había una vida completamente mía esperándome allá…
Como escribí en mi post de San Juan, hay lugares que conozco como la palma de mi mano, sin antes haber siquiera puesto en ellos mis pupilas. Así como a San Juan, a Europa la caminé cientos de viajes en colectivo, me subí a una bici imaginaria y pedaleé todo el sur de Italia, mientras de fondo sonaba música callejera de un paisaje francés. Llegó un momento en donde, de tanto imaginarla, dejé de desearla. No necesitaba un sellito de color que acreditara nada, yo sabía que ya había estado ahí. Entonces vinieron Perú y Bolivia, Centroamérica con el inicio de este blog y finalmente la India. Europa sería siempre Europa, pero mi cuerpo no resistiría eternamente al ajetreo de lo exótico e independiente. Así fue como, poco a poco, las prioridades fueron cambiando, así como mis viajes imaginarios a bordo del tren.
Cuando el mes pasado me anunciaron que había ganado un concurso de fotos + relatos, miles de preguntas agobiaron en mi cabeza. Me había anotado con mucho, pero mucho entusiasmo, y pese a haberle insistido a medio mundo por Facebook para obtener votos, no pensé que fuera a ganar. No me pregunten por qué (me gustaba mucho mi foto y mi relato), pero nunca imaginé que mi primer viaje a Europa iba a llegar de la mano de un concurso. Tampoco pensé que España sería el primer destino (de hecho, tenía una especie de “trauma” con el país, culpa de una profesora ensañada conmigo en la universidad). Pero así fue. Dicen que los buenos pensamientos atraen cosas buenas. Yo creo que los viajes atraen más viajes, que el poder de los deseos es tan pero tan fuerte, que hay que saber direccionarlos muy bien. Afuera, un temporal de lluvia mecía los pinos violentamente; adentro, una tal Pamela me anunciaba la buena nueva mientras yo saltaba, literalmente, en una pata. (Gracias a mis amigos, a los amigos de mis amigos y a los amigos de los amigos de mis amigos que me ayudaron con un “me gusta”).
Finalmente, después de tantos años de ensueño, pondría pies y alma en Europa. Cerré los ojos y me imaginé, por un momento, en la Plaza Mayor. Pero pronto volví a mis dos ambientes, cuando caí en una realidad irremediable: no debía imaginarme con Juan. Si dos años antes temía que viajar continuamente junto a una misma persona terminara siendo asfixiante; dos años después mi ilusión quedaba media vacía al darme cuenta de que esa misma persona no estará allí para compartir mi emoción. Después de 18 meses de viaje, 13 países recorridos y miles de kilómetros de a dos, yo iba a volver a viajar sola. Visto desde afuera, más de uno podría sonreír con ganas: un mes en Europa, un mes de “soltería”, un mes de libertad. Desde mis propios ojos, sin embargo, la propuesta vino acompañada de varios cuestionamientos. Iba a viajar a Europa, iba aviajar sin Juan.
La primera parte, la que supone posarse sobre una nueva geografía y llevar a cabo el ritual del desplazamiento con gracia y naturalidad, era de por sí un gran interrogante. Después de tantos años, después de tantos cuentos e historias, ¿cómo iba a ser Europa? ¿Y si no era en nada como yo le lo había imaginado? ¿Me gustaría Madrid? Siempre me habría seducido la musicalidad de su nombre…, ¿pero y si no me conquistaba? ¿Sentiría esa misma emoción que me inundaba los ojos de tan solo pensarlo? Supongo que tendría que ir y comprobarlo por mi misma
¿Y viajar sin Juan?
Viajar sin Juan… Cuando uno viaja en pareja, viaja en equipo. Eso quiere decir que el otro se vuelve mucho más que una compañía: es un sostén. Pensándolo bien, viajar sin Juan me daría la oportunidad de reencontrarme con mi yo-viajera-independiente (y eso podría dar lugar a muy lindas emociones). Iba a ser la excusa perfecta para extrañarnos un poco y tomar aire en la distancia. Aunque, también pensándolo bien, iba a ser muy extraño encontrarme a mí misma en un momento tan icónico de mi vida viajera y no sentir la presencia de él sobre mi hombro. Es probable que Europa me parezca la mitad de linda sin Juan.
Christopher MacCandless quedó inmortalizado en su célebre frase: “La felicidad es real sólo cuando es compartida”. Alexander Supertramp pende de un hilo delgado entre el heroísmo y la idiotez, pero las palabras que terminaron siendo su epitafio no han de ser discutidas. El silencio que acompaña al viajero solitario puede teñir de desahucio cualquier emoción. Todo lo que he vivido en estos últimos años es doblemente excitante, doblemente aventurero y doblemente memorable. De igual manera, las penas han sido la mitad de tristes o insoportables, y pese a cualquier vaticinio ajeno, crecimos en el viaje a medida que avanzaban los caminos.
Pero como ya he dicho antes, para averiguar qué se siente viajar a Europa y cómo es viajar sin Juan después de Juan (antes ya lo había hecho), no queda más remedio que embarcarse. Volver a llenar hojas de cuadernos y pasaportes, perder la nariz entre mapas y finalmente quitarse el estigma de “no conozco Europa”. Aunque ya no sueño con una vida completamente mía allá, sigo soñando con comerme toda Italia y con descubrir lo que ya ha sido cubierto por muchos. Por suerte, la soledad de estar sin “mi medio mapa-mundi” viene acompañada de un aliciente. Me voy de viaje con Aniko Villalba, otra viajera-escritora-bloggera. Crónicas nuevas se avecinan.
Deséenme suerte. Y cuídenmelo a Juan…
[box] Y gracias al Hotel Palm Beach Benidorm por bancar este post. Con suerte, en este o en algún otro viaje por Europa, me de una vuelta por las playas, y me termine de sacar el karma de la profesora. Casualmente, ella amaba Benidorm[/box]
hermosoo Post Lau, a disfrutar de Aniko, de España y de andar. Nosotrxs esperamos para disfrutar de tus crónicas.
Gracias Lau; Como siempre un agrado leerte, y que sigas siempre escribiendo, porque es tu forma de entregar amor, y vaya que se siente;
Los que estamos en España intentaremos que sientas lo menos posible que Juan no está. ¡Te esperamos!
Hola Laura, dónde podemos leer el relato que presentaste en el concurso, podrías subirlo para los que no lo pudimos leer? Mucha suerte en España.
Hola Laura!
Desde unas semanas voy leyendo tu blog y me gusta mucho, ademas ahora que vas a venir acà por Europa te voy a seguir con mas interes. Desafortunadamente yo y mi pareja (Tania, española) salimos el 9 Diciembre, destino Mexico, asi que no podremos darte hospedaje aquì en Italia…nos hubiera gustado mucho de verdad!!
Aunque ahora el tiempo aqui esta un poco malo te racomiendo darte la vuelta por el sur de Italia; Costiera Amalfitana y la Sicilia sobre todo, por lo menos allà hay playas y un poquito de sol ahora!
Bueno, te deseo mucha suerte en el viaje y espero con ganas por leer tus opiniones sobre nuestro continente…y quizas algun dia nos encontramos por sudamerica :D!
Saludos desde Padova
In bocca al lupo
Marco
Hola Lau!!! Te entiendo perfectamente… hace casi 4 años viajé 5 meses por Nueva Zelanda… hacia como 5 años que estaba de novia y me fui sin el… Pero se pudo! Nos mandabamos mensajes y hablabamos por Skype… y ahora hace casi 2 q estamos casados, viajando cuando podemos y soñando con más viajes!
Disfruta! Que si el sabe que vos disfrutas va a estar todo bien. Un beso!!
Tu persistencia y tu actitud mental atrajo tu sueño de viajar a Europa. Me encanto tu crónica de tu viaje y la historia preliminar previa al viaje!
Hola Laura,
Me da un gusto leerte, me sentí muy identificada. El año pasado mi novio y yo hicimos un intercambio estudiantil en RJ, Brasil (somos mexicanos), fue toda una experiencia, y para cerrar el viaje, nos aventuramos por una parte de Sudamérica, un mes de viaje continuo, juntos, hombro a hombro. Se que es poco comparado a los años que llevas viajando con Juan, pero para nosotros fue nuestro viaje mas largo y lo compartimos. Este verano, me iré al otro lado del charco, estoy emocionada, pero también nostálgica porque Diego no me acompaña en esta travesía, y aunque anhelo tanto hacer un viaje en solitario, se que lo extrañaré a mares.