Sin desayunar y con toda la ansiedad del mundo salimos rumbo a Arambol. Caótico todo, como en toda India: para hacer unos 40 Km. hay que cambiar de bus como 3 veces y dar la vuelta al país otras 3 veces más. Terminamos llegando cerca de las 3 de la tarde.
La playa en sí no tiene nada de especial…esperaba un poco más de Arábigo. El agua es del mismo color que las playas argentinas, sólo que la arena es blanca y el agua caliente. Suficiente para mi. No será el turquesa del caribe, pero me alcanza para sentirme de vacaciones. Tanto correr las primeras semanas, tanta noche en tren, no es que no me gustara, sino que me complicaba para relajar. Pero valió la pena porque esta semana en la playa es el final perfecto antes de volver a la máquina porteña. Acá me encuentro conmigo misma y mis sueños de verano, con mi alma viajera y corazón de mochila, con lo que soy y lo que quiero ser. Se, como siempre, que volver me va a costar. Solo espero que el peso de este nuevo viaje sea suficiente para sostenerme en mis convicciones. Que no quiero una vida perfecta de cartón, de catálogo, estática en consumismo. Claro que que quiero amor, ese amor que todo lo cura y todo lo puede, que todo lo transforma…pero si para eso tengo que dejar de viajar, perderme a mi misma, entonces no. Esto es lo que soy, y lo acepto, y lo vivo, porque quiero que mi vida sea algo maravilloso, al menos para mi. Y acá estoy, con ocho países, dos continentes, más de nueve mil kilómetros en poco más de tres meses, en un mismo año. Es todo mío, soy yo.
Después de un día de caminar por la playa (menos de un día en realidad, contando que ya llegamos tarde) volvemos a bañarnos y después a la playa otra vez. De noche es hermoso. Todos los bares llevan las mesas a la arena, con velas, y entonces se ven todas las velitas iluminando la playa. Una belleza.
No tenemos hambre pero aprovechamos para probar un típico postre de acá: Hello to the Queen. Consiste en galletitas dulces molidas (muy parecido a la base del cheese cake), banana y ananá, todo tibio, con dos bochas de helado de vainilla cubierto con salsa de chocolate. Una chanchada. Me encanta.
«Que no quiero una vida perfecta de cartón, de catálogo, estática en consumismo. Claque que quiero amor, ese amor que todo lo cura y todo lo puede, que todo lo transforma…pero si para eso tengo que dejar de viajar, perderme a mi misma, entonces no. Esto es lo que soy, y lo acepto, y lo vivo, porque quiero que mi vida sea algo maravilloso, al menos para mi»
🙂
jajajaja vi que tenía un comentario en esta entrada, y pensé: quién esta leyendo eso? jajaja Son post muy viejos estos! Pero qué loco lo que citas, ni me acordaba que lo había escrito! 🙂 Gracias x recordarmelo!
Lau, 2016 y me sentí conmovida por ese mismo párrafo.
Buenos caminos y saludos desde México
Diana
…….Y pensar que mas adelante conseguirias al amor perfecto para ti…..Juan consiguio a «su princesa vagabunda» y tu? a tu principe vagabundo o vagamundo?? son tal para cual, los felicito Lau…….no podia ser de otra manera…….