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Sweet movement: Trabajo

Día 11

Me cuesta siempre. Me preguntan de qué trabajo y me pongo nerviosa y cualquiera pensaría que ando en algo ilegal pero intuyo que sería más fácil decir trafico armas o vendo fósforos en Pakistán que explicarle a la gente que mi trabajo es versátil, que me lo invento yo, que no cabe en ningún casillero porque aunque la mayoría de las veces escribo para mí, también vendo libros, escribo para algunas revistas, vendo algún que otro enlace, a veces vendo fotos, escribo para otros, doy charlas, alguna vez he vivido de organizar viajes y hasta soy capaz de cobrar por cocinar. Entonces empiezan las vueltas, los ehmmm, las caras extrañas porque vamos, preguntar de qué trabajás es algo que se responde de una. Cuando estoy con todas las luces la simplifico y digo que soy escritora, aunque me sienta mucho menos y a la vez mucho más que eso, pero entonces nunca faltan los fans de las no sé cuántas sombras de no sé quién, o de Sidney Sheldon, o de algún otro y de una, sin ponerse a pensar que las palabras sirven para muchas, muchas cosas, me preguntan de qué tratan mis novelas. Entonces les digo que no, que no escribo ficción, que escribo mis historias de viaje y que muchas veces las realidades que me encuentro son mucho más sorprendentes que las que podrían salir de mi imaginación. Algunos simulan muy bien el desengaño. Otros me bajan un escalón y pasan a otra cosa, y algunos que otros se interesan y empiezan las preguntas, otra vez. Sea como sea, nunca se cierra en una respuesta y ya. Siempre tengo la tentación de decir que soy médica o abogada o arquitecta, pero entonces me da pánico que alguien se atragante con el carozo de una aceituna y me llamen a mí y entonces tener que explicar que era todo un atajo para evitar decir que vivo de escribir, mientras alguien me pregunta de qué va mi novela mientras un pobre diablo agoniza intentando respirar.

Hace un rato, sin ir más lejos, el señor que estaba sentado al lado mío en la combi me preguntó si habíamos venido a Puerto Rico de vacaciones y cometí el tremendo error de decirle que estábamos por trabajo. Fue una respuesta sincera, porque si estuviéramos acá por cuenta propia, ya hubiésemos agarrado la única ruta que da vuelta la isla y nos hubiéramos ido a acampar por ahí. El señor se alegró con sorpresa. Me preguntó para qué empresa trabajaba y cómo veía la isla. Le dije que era secretaria de IBM porque fue lo primero que se me vino a la cabeza, y que no había tenido mucho tiempo de salir. Parece que funcionó, porque no me siguió preguntando. Las ventajas de tener jefe.

*Foto por Pedro J. Perez

«Sweet movement»: 16 días para salir de viaje. 16 días para precalentar las alas, tomar carrera y despegar. Un desafío de letras, ríos de pensamientos y cosquillas en los pies.  Un diario de viajes interiores antes del gran viaje.

 Podés también leer el Día 10: «Sweet movement: deporte extremo»

Laura Lazzarino

Soy Laura y desde 2008 vivo con mi mochila a cuestas, con un único objetivo: viajar para contarlo. Este blog es el resultado de mis aventuras a lo largo de +70 países. ¡Bienvenido a bordo!

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