Día 4
La china de la serie dice que es coreana y que si tenés un problema tenés que bailarlo y baila horrible, y se sacude espasmódica como si los gritos le salieran por los brazos y las piernas, y mueve la cabeza como si nada le importara, como si le hubiesen puesto una de esas planchas de la misma serie sobre el corazón, y se estuviera devolviendo a la vida en cada movimiento convulsivo. “El movimiento es liberación”, dice, o me imaginé que decía en su diálogo de ficción, mientras salturreaba por la alfombra con los ojos cerrados como si volara y yo la miraba quieta, sentada chinito o a lo mejor coreanito, a miles de kilómetros y de tiempos de distancia, al otro lado del monitor.
#hayque guardar las cajas que faltan, #hayque ponerse las vacunas, #hayque cambiarle la funda a la carpa, #hayque contestar los mails, #hayque ir al correo, #hayque conseguir sobres con burbujas #hayque hacer todos los #hayque.
Silencio,
La china coreana baila en su escena perfecta de serie novela porque moverse significa eso en el lenguaje de cine y de imaginación, porque si bailás estás feliz, porque si te vas te escapás, porque si te reís tenés que estar contento, si te mudás te renovás.
Es verdad,
Bienvenido el cambio y al diablo con la crisálida que hay que romper ya. Hay que, hay que, #hayque. A veces me parece que estos días de rutinas coreográficas orquestadas son una grieta en mi piel de cemento, que de a poquito, con cada salto se asoma un ala, y giro y giro sobre mis pies y precaliento y me preparo. Alas de plumas de mapas que se despeinan con el viento.
Anoche soñé con un concurso de equilibrio en la escuela. Era como un nuevo deporte y competían tres chicas a ver quién aguataba más parada en puntas de pie. Yo entraba al patio sabiendo que iba a ganar, porque en la vida real, muy fuera de mis sueños, siempre fui buena manteniendo el equilibrio. Pasaban los minutos y ahí estábamos las tres, paradas en primera posición, firmes. Entonces porque sí, porque podía, porque me nacía yo salía de la fila, y siempre en puntas de pie empezaba a bailar, y saltaba y giraba y grand jeté y fouetté y ronds de jambe pero nunca me caía de mi equilibrio y era fantástico volar otra vez sobre las piernas, el can can rosa apretando los glúteos, los pies libres con todo el poder. Me desperté con dolor de espalda.
Sospecho que de noche las listas se reproducen como conejos en orgías masivas y cada mañana la fila de pendientes es tan larga, tan multiplicada que no puedo ni ver el horizonte. Hoy hay que enmarcar los mapas, hay que encontrar las bikinis que se escondieron en algún lugar vaya a saber dónde durante la mudanza, hay que ir al correo a buscar las revistas, hay que tomar el té.
Pausa,
Hoy hay que dejarse de joder con todas las cosas que hay que hacer y hay que sumergirse de cabeza en un mapa y empezar a viajar desde ahora, desde acá, a armar la mochila y empezar a soñar que ya queda poco. Hay que relajar. Matar a los hay que de un solo olvido rápido, eficaz como un soplo, zácate pum. Hacer como la china coreana y zamarrearse un poco a ver si se salen todas las cosas de encima que molestan y engañan y le dan de una vez lugar a las alas que ya les queda poco para quebrar lo que queda de cemento y el cemento pesa mucho para llevárselo a volar.
«Sweet movement»: 16 días para salir de viaje. 16 días para precalentar las alas, tomar carrera y despegar. Un desafío de letras, ríos de pensamientos y cosquillas en los pies. Un diario de viajes interiores antes del gran viaje.
Podés leer también el Día 3: «Sweet movement: la deconstrucción»
O seguir por el Día 5: «Sweet movement: el tiempo de los regalos»
Hola Lau!
Está buenísima esta serie que armaste de escritura diaria pre-viaje! Estoy muy contento que les esté yendo bárbaro con la venta de libros y que estén por empezar este viaje que tanto anhelaron después de tantos meses dedicados a ellos. Dicho sea de paso, les cuento que lo leí en un par de días después de que volví de mi viaje y que me encantó.
Les mando un abrazo grande y mis mejores deseos para lo que se viene!