Aprovechar al máximo una región requiere, necesariamente, saber leer los mapas. No basta con seguir los consejos de aquél amigo que estuvo allí hace un tiempo, o viajar según dicta la guía gringa de viajes. Hay que sentarse y estudiar, seguir las líneas trazadas, buscar nuestro camino entre todos los caminos. A veces es necesario saber leer aquello que no está escrito en los mapas, buscar esa minuciosidad que queda excluida de las cartas ruteras y en donde los secretos siguen siendo realmente secretos…
El Eje Cafetero está reinado por tres ciudades que toman Nescafé. Armenia, Pereira y Manizales se presentan como el centro de esta zona. Uno espera encontrar pequeños pueblos sembrados y no las grandes ciudades de cemento que en realidad son. A sus alrededores, muchas fincas promocionan estadías e invitan a “vivir la experiencia”: escenarios armados, tarifas celestiales y supuestos Juan Valdeses que hablan en inglés. Eso sí, las pocas que cultivan efectivamente el producto sirven café instantáneo, igual que en la oficina o en la casa de la abuela, pues el proceso de secado y molido de la semilla ya corre por cuenta de grandes plantas que compran el grano y luego lo venden o lo exportan. Vaya decepción…
Para Lonely Planet no existe nada que valga la pena mencionar más allá de lo evidente. Nuestro mapa del Eje Cafetero, por el contrario, estaba cargado de puntitos desperdigados, cientos de pueblos a los que se accede por caminos de tierra. Pusimos el ojo en Salamina. Dejamos atrás las torres de cemento para adentrarnos por laderas de verdes montañas, y tras unas horas de viaje vimos aparecer frente a nosotros un conjunto de casitas bajas, que fue tomando color a medida que nuestro jeep se abría paso entre los peatones. Nos quedamos encantados aún antes de bajarnos del auto. Aquí y allá hombres con sombreros de ala se paseaban entre mujeres sonrientes, dueños todos de una elegancia que nos hizo sentir apabullados.
No tardamos en dejar las mochilas encomendadas en una oficina comercial. No teníamos donde dormir, pero el cielo amenazaba con lluvia, y queríamos aprovechar mientras el buen clima durase. No sabíamos por dónde empezar. Alrededor de la plaza principal caserones de principio de siglo vigilaban el parque con solemnidad. Macetas enormes colgaban de cada balcón, mientras que en una esquina una antigua máquina de café ensordecía son su silbido. Si Salento me había parecido bello, Salamina estaba a punto de quedarse con el primer puesto de un solo tirón. La autenticidad de sus calles, la falta TOTAL de gringos, la mera cotidianeidad que se movía a paso lento por el pueblo…todo se combinaba en un ritmo tan único, que si de repente hubiera pasado una carreta y una dama con peinetón la sorpresa no hubiera sido mayor. Salamina conserva su luz en el tiempo. Las eses españolas, los buenos modales y el clasicismo del café no pudieron ser derrotados aún por las tropas globalizadas de celulares ni por el silencio de los portadores de MP3. Toda oración termina con un “Bien pueda”, “Hágale nomás”, “Con mucho gusto” y “A la orden”. Y uno se siente bienvenido por medio pueblo en apenas unos segundos.
Caminamos sin rumbo por sus calles, respondiendo a cuanto saludo recibimos al paso y no dando tregua a nuestras cámaras. Cada casa, cada esquina, cada puerta, es una foto. Todo cuenta con la prolijidad de un set de grabación, y a diferencia de Salento, no se trata de una calle en el centro o de dos. Todo el pueblo es así. Y lo más curioso es que el único motivo que tienen para mantener la prolijidad es su buen gusto y su sentido de pertenencia al pueblo. No hay detrás de esos vívidos colores estudios de marketing, futuros folletos o campañas electorales. El pueblo es una pintura por la gente del pueblo y para la gente del pueblo. Y si viene algún turista, bienvenido.
Las puertas de Salamina vigilan las veredas en silencio suntuoso. La gente se siente orgullosa de ellas y las cuida con esmero. Y se nota. En su gran mayoría son de madera,con finos aldabones y elegantes dinteles, que logran aún sostener los muros y la historia.
Luego de caminar un buen rato, decidimos presentarnos en la Casa de la Cultura, en busca de asistencia. Si nosotros estábamos sorprendidos con el bajo perfil de un sitio tan bello, ellos lo estaban de nuestra presencia. Rápidamente nos idearon un plan, nos resolvieron el tema del alojamiento, y nos ofrecieron un mini tour guiado por el pueblo. ¿Qué más podíamos pedir?
Al día siguiente Patricia vino por nosotros. Esperábamos un paseo sencillo, algunos datos históricos y nada más. Pero ella nos tenía preparada una sorpresa, y entonces lo mágico sucedió: las puertas de Salamina se abrieron para nosotros. Detrás de ellas, habitantes del siglo pasado y un centenar de historias nos dan la bienvenida a ese mundo de museo, de riquezas y ausencias que parece descongelarse con el accionar de cada picaporte. Hay casas en las que el paso del tiempo se mide por la vejez de sus habitantes, pues nada en su interior indica que estemos en el año en que estamos; otras persisten con gloria, intentando amalgamarse a los tiempos que corren, mientras que unas pocas lucen un lifting que sólo resalta aquello que vale la pena destacar.
Nosotros estamos encantados. Patricia ha sido sabia en su elección, y aprovechando el buen modo de los vecinos nos ha dado un pase VIP a la parte más escondida y más lustrosa de un pueblo que ya de por sí está aislado. Y cada dueño de casa nos ha recibido como si fuéramos una visita que se espera hace tiempo, respondiendo a nuestras preguntas y despidiéndose con el ya conocido: “esta es su casa”. (Ojalá…)
Me daría pena sentarme acá sólo para tomar mate…
Esto ME ENCANTÓ. Desconozco el nombre de ese singular asiento junto a la ventana del cuarto, pero su fúnción me parece fantástica: allí se sentaba la «moza» mientras el pretendiente la conquistaba desde la vereda, reja y tía vigilante de por medio. Era también el sitio ideal para presenciar una serenata en camisión sin ser vista!!! ¿Por qué no existirán esas cosas hoy en día?
Todas las casas tienen un patio central, pero esta se zarpa. Uno entra por la puerta principal y se encuentra con semejante terraza con vista a los cerros, ahí nomás, al ladito de la cocina, como para tomarse un tintico mirando el atardecer…
el asiento se llama peana, salamina es un lugar maravilloso, si te adentras en su historia y arquitectura pareces en pleno siglo XIX.
Hablartes de salamina tomastes unas bellas fotos pero te falto el hermosdo parque don de nuestros abuelos se sentaban en un ascaño a charlar y la foto de nuestra pileta hay te dejo esa duda.
Salamina es simplemente ESPECTACULAR!!! Su arquitectura, su belleza natural, su gente….!!!!! Me encantó leer este artículo, y ver mi pueblo natal, a través de tus ojos!! Gracias Nena!!!!
P.D. Sólo te faltó hablar de la fuente que se encuentra en la Plaza Principal, que es una réplica de la fuente que está en la Plaza de la Concordia en París (Francia). También, que además de la arquitectura colonial de Salamina, su templo de la Inmaculada que no tiene vigas o pilares en su interior. Y la arquitectura gótica de la capilla del cementerio, que anecdóticamente te cuento, estaba divido inicialmente, en Cementerio para ricos y cementerio para pobres. Nena.. qué bueno saber que visitaste mi Pueblo… Y como decimos acá…»Está en su casa….y por aquí a la orden»!!!
Hola te invitamos a que publiques este mismo blog en la Red Oficial de Pueblos Patrimonio de Colombia. http://www.pueblospatrimoniodecolombia.travel
Es natural que un turista que llegue a nuestra bella ciudad luz, pueda referenciar tantas cosas lindas en tan corto espacio.
Nos deja una solicitud,Sra Alcaldesa; en la casa de la cultura. Además de una escuela de guías turísticos bien capacitados ; debe funcionar un centro de información de la logística, para disfrutar al máximo de Salamina «LA REINA DEL PAISAJE CAFETERO COLOMBIANO» ; Recibir a los visitantes allí, guiarlos en conseguir alojamiento de acuerdo con su solicitud y preferencia, disponer de WC. higiénico, guardaequipaje seguro, y una buena taza de Café. SALAMINA.
Con esto daremos impulso a la industria sin chimineas que es el futuro para nuestro. Municipio.
Quiero aclarar, que en Salamina no hay aquí y allá hombres con sombreros de ala que se pasean… por el contrario, el sombrero es poco usado.
También quiero decir que en Salamina el termino “Hágale nomás”, no se utiliza…
Y gracias por la descripción y el gusto que le otorgo Salamina a su valiosa visita…BIENVENIDO.
Hola Luis! A lo mejor estamos hablando de dos Salaminas distintas, o de dos tipos de sombreros diferentes…o a lo mejor yo estuve en Salamina en días de fiestas y no me enteré (?), porque tengo una colección de fotos con gente de sombrero, más allá del estilo literario de la oración. Y de «Hágale…», qué puedo decirte! Fue la cortina musical de mi estadía! Será que estamos hablando de dos ciudades diferentes? Será que habrá cambiado tanto en los últimos dos años? O será que hay que buscarle el pelo al huevo donde no lo hay! Como sea, gracias por tu comentario. Mi visita fue muy valiosa, justamente por eso escribí, para animar a otra gente a que vaya también.
Saludos!
Laura Lazzarino
Gracias por hablar maravillas de este Salamina…Bienvenida cada vez que tenga la oportunidad.
Salamina es muy bonito, la visite en mi camino a Aguadas, a mi también me pareció que todo el mundo andaba con sombrero y poncho, hasta que salen de estudiar los jóvenes y sienten algo de vergüenza el crecer en un pueblo. Yo siempre recorro en moto. En alguna oportunidad te podría llevar en moto y buscar otro compañero motero para q lleve a tu compañero.
Gracias por la oferta! Qué bueno que no fui la única que vio sombreros jajaj. Me debo un viaje un moto. Algún día…!
Abrazos!
Yo corrijo el hágale nomas. Por el hágale pues.
Igual todos serán bienvenidos.