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Pero ustedes, ¿de qué viven?

Hace un par de días, rememorando con una amiga mis días en la India, volvieron a venir a mi mente ciertas situaciones cotidianas de mi estancia por ese país. Pensando en los encuentros que había tenido con la población local (en donde pasé de traducir una carta de amor a perderme por los pasillos de un barrio de dudosa reputación), recordé lo cómica que me resultaban las presentaciones allá. La cosa iba siempre más o menos así: ¿De dónde venís? ¿Estás casada? ¿Tenés hijos? Al principio me costaba entender que el rumbo de la conversación lo marcaba yo con la segunda respuesta, y me parecían bastante chusmas los indios, de andar cuestionando así, como quien dispara una metralleta de interrogaciones sin descaro. Si bien es cierto que en Asia los parámetros de privacidad son bastante distintos a los nuestros, es verdad también que en India la gente es por demás de curiosa. Algo muy similar es lo que sucede cada vez que Juan y yo conocemos a alguien por primera vez, y le contamos nuestra historia. La gente no puede imaginarse de qué viven los mochileros.

de que viven los mochileros

Algunos tardan más que otros, hay quienes lo hacen con vergüenza y hasta quienes piden disculpas por la indiscreción. Lo cierto es que, tarde o temprano, cae la famosa pregunta: pero ustedes, ¿de qué viven? Y claro, no puedo dejar de relacionarlo con la obsesión del estado civil que tienen los indios, porque aquí al igual que allá, la pregunta viene dada por una mera situación cultural. Mientras que para la sociedad india es impensable que una mujer de más de veinte ande soltera (y sola, como yo lo estaba) por la vida, a la sociedad occidental no le entra en el cerebro que uno pueda vivir viajando sin poner su máxima energía en generar dinero, sino en vivir. Y cuando digo que no le entra, lo digo de manera literal: no pueden siquiera imaginarlo. Venimos dados a una cultura en donde el dinero es la cabeza que domina a las demás partes del cuerpo: primero plata, luego existo. Todo, absolutamente todo, se vende. Y lo que no, nos quieren hacer creer que sí.

Para ser honesta, a mí no me molesta cuando me preguntan por mis ingresos. Al contrario. Es tan frecuente esa duda, que ya puedo percibir, minutos antes del disparo, la incomodidad que le genera a la persona, o la ansiedad, o los nervios. Todos quieren saber: algunos desde la incredulidad, otros desde la desesperación por saber la receta mágica. Les confieso: me divierto horrores percibiendo esos signos corporales previos. Por un lado, me dicen mucho de la persona con la que estoy hablando y, en cierta manera, puedo ver reflejado a mi antiguo yo en esa desesperación por querer saber cómo se hace, por tener un aliciente al único freno que finalmente impida dar el primer paso. Se sorprenderían de saber la enorme cantidad de mochileros potenciales que se ven frustrados por no tener una montaña de papelitos verdes bajo el colchón… Y siguiendo con esta línea de sinceridad, debo yo también decir que me costó mucho subirme a la ola de la incertidumbre, dejar en mi casa el chip Claro (claro que tenés que pagar, claro que la plata no te alcanza, claro que nada es gratis en la vida) y apostar por el futuro incierto.

apostando en el casino

Juro que esto no es lo que parece… 😀
 

Para entender un poco la estructura de nuestras finanzas, por llamarlo de una manera elegante, hay que huir de los parámetros normales y aceptar realidades que no por poco cotidianas son menos ciertas:

Vivir viajando no es vivir de vacaciones

Cuando nosotros erguimos el pecho y contamos felices que vivimos viajando, a mucha gente se le tiñen las pupilas de color resort. ¿Que cuál es ese color? El que muestran todos los folletos del Caribe que alguna vez vieron en su vida: hamaca bajo la palmera, mar turquesa y un daiquiri en una mano. Como pueden ver en estos post, hemos estado en lugares así, pero eso no es todos los días. Como en la vida de cualquier persona, hay días lindos y días no tanto, días de mucho ajetreo y días de relax, días con sol y días con lluvia. No tenemos todo resuelto (ni tampoco queremos tenerlo). Por eso, tomamos decisiones, nos cansamos, extrañamos, disfrutamos, paseamos, trabajamos… En fin, lo mismo que en casa, sólo que lejos.

reservar hotel de viaje

A veces dormimos de lujo
 
acampanado en la Guajira
 
Otras no tanto…
 

 Vivir viajando es más barato que vivir estable

¿Suena ridículo, no? Pero es la pura verdad, pregúntenle a cualquier mochilero. En la ruta uno comienza a tener otra relación completamente distinta con la plata, y esto se debe a una simple razón: no hay que llegar a fin de mes, hay que llegar al fin de semana (o a veces, del día). Y eso que puede sonar asfixiante es, en realidad, menos complicado que tener que pagar la factura monstruosa de la tarjeta, o la hipoteca de la casa. Viajando, simplemente, se pierden los gastos fijos. Nada de alquiler, nada de boletas, nada de cuotas. Volvemos a lo simple: comer, dormir, moverse y disfrutar. Recuerdo cuando giré la perilla de “sedentario” a “nómade” y tuve que enfrentarme a las cuestiones curiosas de los demás. Un amigo de mi papá, completamente en desacuerdo con mi decisión, cuestionó el cambio. Mi respuesta fue: “prefiero una inestabilidad estable (como esta que tengo ahora, en donde los factores dependen de mí y de mi voluntad o actitud) a una estabilidad inestable (como la que tenía antes, en donde si mi jefe enloquecía y me echaba, el alquiler aumentaba o simplemente dejaban de pagarme, el sueño de firmeza se desvanecía sin que yo pudiera hacer mucho al respecto)”.

 El que depositó pesos, recibirá pesos

Si usted, querido lector, es compatriota de quien escribe, déjeme decirle otra dura realidad: la vida en Argentina es desmesuradamente cara. No hablemos de política, ni de macroeconomía, ni nada. Vayamos a un hecho simple: un plato de comida (rica, casera y nutritiva) en muchos países del mundo, no supera los U$D 3 (y estoy siendo exagerada). Calculemos al dólar blue, también para exagerar, y cuénteme usted que se come por $18 en nuestro país… Por eso, si uno tiene una mínima capacidad de ahorro, y cierto criterio para viajar barato (sáquese el color resort, hágame el favor!) el dinero rinde más afuera de lo que uno puede imaginar. (Siempre hablando de la mayoría de los países del mundo, claro)

fritada callejera ecuador

 1 u$d pagué este plato de fritada ecuatoriana, en pleno barrio Las Peñas, Guayaquil
 

 “Mi pulgar es mi destino” o “Algún techo encontraré”

Programar los gastos de unas vacaciones implica, en mayor o menor medida, dividir la hoja en tres: comida – transporte – alojamiento. El tema de la comida ya lo dejamos resuelto en el punto anterior. Tema transporte: no hay mucha ciencia. Nosotros viajamos a dedo. ¿Todo el tiempo? Sí, todo el tiempo. ¿Adentro de las ciudades también? Bueno… tampoco la pasión. Adentro de las ciudades tomamos transportes locales…los mismos que toma la gente local. Pero para ir de una ciudad a la otra, siempre subimos el pulgar al viento. Y como se puede leer en muchas de las crónicas de este blog, nuestro pulgar suele marcar el rumbo de nuestro destino. Y eso, no se paga con Mastercard… ¿Y para cruzar de un continente a otro? Como demostramos al llegar a Antártida, es posible hacer “barcostop”; y aunque nunca lo hicimos también sabemos que se puede hacer “aviónstop”. Ahora bien, cuando sea nuestro turno de cruzar el charco, veremos. Es posible que paguemos un avión como todo hijo de vecino, porque somos muy ansiosos y queremos viajar en destino. ¿De dónde va a salir la plata para eso? Ya voy!!! Ya les cuento!!! Y por último: alojamiento. Como también conté una vez en este blog, casi nunca vamos a hoteles. Usamos CouchSurfing, dormimos en casas de lectores, armamos la carpa o hacemos “hospedaje azaroso”. Osea, el cálculo se reduce a muy, muy poco.

como se viste un mochilero

Negro el ooooooochoooooooooo

Eso es lo que gastamos con Juan, promedio, por día. Ocho dólares entre los dos. Suena ridículo y lo sé (ahora que escribo este post desde la ciudad me pregunto, ¿cómo hacíamos?) Vivíamos felices, eso hacíamos. Sacando gastos extras como puede ser un remedio, una visa o alguna cuestión circunstancial, con ese monto podíamos comer y movernos sin problemas (porque como ya expliqué antes, comer afuera es muy barato, y cocinar ni les cuento…)

Pero entonces, ¿de qué viven los mochileros?

Nosotros, principalmente, vivimos de la venta de nuestros libros. Cuando estamos acá, los vendemos desde nuestra casa. De viaje, vamos armando en el camino una versión artesanal, más reducida y más portátil. Vendemos en playas, bares, ferias, reuniones, y en dónde se pueda. Además, vendemos postales artesanales, que armamos con algunas de nuestras mejores fotos. Reconozco que para mí, que siempre estuve acostumbrada a vender detrás de un mostrador, salir a poner el pecho y dar la cara no fue fácil. Sin embargo, fue una prueba más que tuve que superar, y no reniego: las postales y los libros nos han dado de comer durante todo el viaje. Por otra parte, tenemos también nuestros trabajos ocasionales: escribimos notas para algunas revistas y diarios, exponemos nuestras fotos, damos charlas en instituciones privadas. Y con todo eso, la ruta se va armando…(aclaro que esta no es la única salida. He conocido gente que hacer artesanías, otros que vendían comida, otros que vendían remeras y hasta un pibe que hacía rap en la playa con las palabras que la gente le decía…y le iba muy bien. Creo que el secreto es encontrar una pasión, algo que nos guste y ponerle pilas)

armando libros artesanales

Armando libros…
 

Ahora que me explayé a mis anchas, espero haber aclarado un poco el panorama. No siempre es fácil explicar todo esto en medio de una fiesta o una reunión social. (Hay amigos míos que siguen pensando que Juan tiene una herencia millonaria en Europa, o que trafica fósforos de Afganistán). Hay gente que sigue sin creer que vivir así es posible, aunque nos vea con una sonrisa rimbombante de la que se desprenden mapas y paisajes. Yo reconozco que no es para todo el mundo. Dejar el sueldo fijo a un lado y hacerse cargo de uno mismo no es para cualquiera. Supongo que la aventura tampoco.

Si este post echó algo de luz sobre tus dudas (?) y queres darnos una mano con la vuelta al mundo, no te vayas sin un libro! Escribime a losviajesdenena@gmail.com y te cuento cómo hacer para conseguirlos! Buenas rutas! 
Laura Lazzarino

Soy Laura y desde 2008 vivo con mi mochila a cuestas, con un único objetivo: viajar para contarlo. Este blog es el resultado de mis aventuras a lo largo de +70 países. ¡Bienvenido a bordo!

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