La consigna de este post/juego es encontrar, en una ciudad, las cosas que figuran en la siguiente lista. Como única regla: todo tiene que estar en espacios abiertos. Y todo queda a libre interpretación.
Lugar: Mar del Plata
Fecha: febrero 2015
un buzón un teléfono público un graffiti 5 hojas de árbol (distintas) un papel escrito algo con una imagen o dibujo algo redondo algo con etiqueta de “made in…» algo rosa/violeta un boleto un gato una textura algo con forma de flor algo de otro tiempo algo escondido o camuflado algo que tenga que ver con la música una bicicleta una pelota un globo un barco algo que vuele algo muy feo algo que haga reir algo que parezca una cara un objeto sorpresa algo que no sepas qué es un dispenser
La búsqueda del tesoro
Día 1
Desde la ventana del primer piso del departamento sin timbre, los racimos de flores fuxias (chillonas, estridentes, desmedidas) se cuelan entre las hendijas. Son las 11 de la mañana y para nosotras (Lala, trabajadora / Laura, odiadora de muchedumbres masivas apelotonadas), el día de playa acaba de terminarse.
Nunca tuve afinidad con Mar del Plata, y nunca tuve discreción para expresarlo. El bosque de sombrillas y heladeritas y lonas y perros y aplausos por los niños perdidos y las colas del verano, me tapó los árboles y mis ojos nunca pudieron ver más allá. Por eso, porque los desafíos son provocaciones y porque un tesoro es, por definición «un conjunto o suma de cosas, de mucho precio o muy dignas de estimación», quise jugar a esta búsqueda en Mar del Plata. A la consigna le sumé una más: no hacer grande esfuerzos. Nada de salir a buscar tesoros en las partes lindas de la ciudad, ni inventarlos, ni forzar. Caminar sin rumbo, mirar Mar del Plata sin ojos de verano en Mar del Plata. Intentar ser viajera incluso acá.
algo color rosa
Después del mediodía mis piernas, mis ojos, mi cámara y yo, emprendemos camino calle Buenos Aires abajo. Algo me había gustado la primera vez que la vi, hace ya un año, cuando vine a conocer el barrio al que se había mudado mi amiga. Eran las casas. Hay una parte de mí (pequeña pero insistente) que hubiese sido muy feliz diseñando casas. No me atrevo a decir “siendo arquitecta”, porque la física y las matemáticas son como vestidos de Farolera, y si las cuentas salen mal, las paredes salen mal y los techos se caen. Pero los espacios…¡ay, los espacios! Tengo algo así como un tic, y es entrar por una primera vez a una casa y notar (aunque más que un acto delicado lo que siento es como una chicharra que suena) dónde están las disfuncionalidades, dónde quedaría mejor una pared, en qué rincón pondría una ventana absoluta que llenara la casa de sol. No lo hago a propósito: a veces ni siquiera lo hago a conciencia. Saludo al dueño de casa, escaneo el piso; me siento, me gustó el balcón pero le sacaría el tejido; voy al baño, hago una subdivisión en la cocina. Y así, para cuando terminó mi estadía yo ya reformé la casa, saqué fotos mentales (y reales) de los detalles que me gustaron, guardé esas fotos en mi carpeta “ideas para una casa”, y le conté a Juan todos mis planes mentales de reestructura y decoración. Caminando por calle Buenos Aires, me doy cuenta de que las casas de Mar del Plata tienen textura: en las paredes, en los pisos, en las puertas, en las veredas.
algo con textura
Amé la textura del perfil de este edificio
¡Y ni que hablar del frente! ¡Aplausos para el diseñador!
En esa caminata, también encontré muchos de estos, que ya casi ni se usan (y que estimo que unos años, para saber qué son, los chicos vana tener que recurrir al diccionario Wikipedia.
un buzón
Buzón + sapo Pepe
Este es de otra calle, pero me pareció tan pero tan lindo, que lo pongo igual
El buzón de la sinceridad #amitambienmepasa #somosdos
(Nota: es en serio, extraño que venga el cartero. Anímensennnn lectores anónimos! Hablénme en papel!)
También me doy cuenta de que muchas casas tienen un santuario propio, y no puedo evitar pensar en las estatuas como amuletos de protección, y por algún motivo mi mente viajó a África. En uno de los capítulos de Ébano (si no lo tienen, léanlo, es uno de los libros más interesantes que he leído sobre el continente), Ryszard Kapuściński cuenta que, harto de que entraran a robarle a su casa en Etiopía, siguió los consejos de un amigo y colgó sobre la puerta un manojo de plumas de algún bicho africano, junto a otras cosas más que había conseguido en el mercado de hechiceros. Nunca más entraron a robarle. No veo diferencia quintaesencial entre poner plumas de ganso etíope o una figura de yeso con los brazos abiertos.
Día 2
Salgo a caminar por una calle de la que pronto olvido el nombre. Las calles de esta zona están llenas de esos árboles con flores color rosa, y las que se van cayendo forman montoncitos en las veredas que parecen papelitos de colores caídos de una piñata. Junto a un tronco encuentro un pedazo de hoja de escuela secundaria. Tiene dibujado un ojo que mira al cielo. Dice: “El universo está echo a medidas del ojo del que mira”. Me deja pensando. Es tan oportuno. Para encontrar tesoros hay que mirar buscando tesoros. Hay que querer encontrar tesoros. Hay que desear y buscar y crear un universo de tesoros.
algo con un dibujo
Lo levanto. Me gusta el ojo pero más me gusta la frase y el cuadro que forman el ojo, la frase, el papel, las hojas y los destellos de montoncitos rosas alrededor. Nota mental 1: averiguar cómo se llaman esos árboles. Nota mental 2: si un día tengo una casa con patio voy a plantar un árbol de montoncitos.
Las casas de esta calle no tienen rejas en el frente. Sobre el césped encuentro un papel enrollado, envuelto con una gomita roja. Lo levanto (y pienso que esto de ser viajera enseña muchas cosas, y lleva a desobedecer mandamientos. “No juntes cosas del piso”, desaprobado). El papel tiene un dibujo infantil que parece ser una nena, junto a las palabras “Lucero” (también en letra infantil. ¿Será el nombre de la nena?) y “periódico”, (escrito por un adulto). Estoy intentando descifrar el mensaje cuando veo que hay uno de estos papelitos casa por medio, todos con gomitas de distintos colores. Sonrío. Alguien estuvo regando tesoros para que otro alguien los levante y sonría. Me llevo mi papel, pero dejo todos los demás en su lugar.
un objeto sorpresa
Sigo bajando por la calle del nombre que no recuerdo. Camino mucho. Juan dice que si hubiera conocido la ciudad hace muchos años, seguro que me hubiera enamorado como se enamoró Victoria Ocampo, y no notaría la transformación inmobiliaria espantosa que reemplazó las casas más preciosas por edificios que parecen hechos con Lego. Me gustan tanto las ciudades antiguas, que a lo mejor Juan tenga razón.
Un Fitito vuela a Victoria Ocampo de mi cabeza. Está tan lustrado que me puedo mirar en la chapa, y al acercarme descubro que adentro este autito está lleno de tesoros: atrapasueños, mensajes, Pinipóns.
algo de otro tiempo
Dos cuadras más allá, descubro esto:
El Fitito es un auto de otro tiempo que nunca pasa de moda. Igual, me gustan más los escarabajos…
También, siguiendo por esa calle, encontré:
un (montón de) boleto
algo que haga reír
Día 3
Juan y yo estamos de novios. Vinimos a Mar del Plata a estar de novios, de hecho. Estas semanas yo vivo en la casa de mi amiga Lala, y como buena casa de solteras comemos rico y lo que queremos, hablamos pavadas hasta cualquier hora, nos baboseamos con Ricky Martin y buscamos en internet mandalas para pintar. Juan vive en casa de sus padres, y como buen soltero deja la ropa sucia para que se la lave su mamá, dice que tiene hambre para que le cocine su mamá, llega tarde en puntas de pie para no despertar a su mamá. Algunas tardes me pasa a buscar por lo de Lala, y entonces se pone perfume y ropa linda, y nos vamos a pasear de la mano y nos miramos de reojo como los enamorados.
Hoy, por esas cosas del destino (porque casualidad no puede ser), terminamos frente a este edificio:
algo que no sepas qué es
algo con forma de flor
Lo que Lala había pensado como una embajada o un centro cultural, terminó siendo la primer mezquita de todo Mar del Plata. (Bueno, tan errada no estaba mi amiga, esto sería algo así como una embajada de Alá). ¿Por qué será que Juan y yo terminamos siempre encontrando el elemento musulmán en todas partes? Entramos. Adentro hay un chico francés que explica conceptos básicos del Islam, esquiva las preguntas sobre ISIS, se estira la barba y le brillan los ojos. Cuando salimos, me baila el corazón. Esa tarde, escribí en mi cuaderno: “Hay una belleza sublime en todo lo que me rodea”.
Día 4
Las aguas danzantes salpican al ritmo de una música clásica que siempre me hace poner la piel de gallina pero que nunca puedo averiguar cuál es o cómo se llama. (¿Cómo gugléa uno el nombre de una música sin letra? Pruebo: música de las aguas danzantes de Mar del Plata. Nada. No aparece). Sigo caminando con la piel erizada. Cruzo la calle y me la encuentro a Aniko de algún modo. Biarritz y Mar del Plata son ciudades hermanas. ¿Encontrará ella un edificio con el nombre de esta ciudad?
algo que tenga que ver con la música
¡Aniko!
Es mediodía y la playa está hirviendo. Las sombrillas florecen. Pienso que tengo que encontrar algo camuflado, y juego al “Dónde está Wally?” pero en La Feliz.
algo camuflado (todo está camuflado!)
Después sigo caminando por la costa. Cerca de la casa de Juan, alguien puso un puente, y muchos alguienes más lo llenaron de candados como si esto fuera París. Mar del Plata no es la ciudad del amor, pero el puente aferrado le queda bien.
A lo lejos, los molinitos. Cuando yo era chica, mis padrinos (que también eran chicos), me llevaban a la plaza y cada vez que íbamos me compraban un molinito. Yo me subía a la hamaca, me agarraba bien fuerte de las cadenas y, molinito en mano, me dejaba empujar. Ahora que veo estos, que son enormes, me acuerdo del miedo que me daba que la hamaca se diera vuelta, y el placer masoquista de igual querer llegar siempre un poco más alto. El aire está salado, pero si cierro los ojos, casi casi huelo el olor a óxido que me quedaba en las manos cuando por fin era hora de bajar, y la sensación de estar volando que me daba el ruido suave de las aspas del molinito moverse a toda velocidad.
algo que vuele (o, al menos, que haga volar mi imaginación).
Esa misma tarde, caminando por la costa, encontré también otros tesoros:
barcos
un graffiti (que ahora, que escribo este post, me hace pensar en esta historia que leí hace unos días, que trata justamente sobre animales, encuentros y tesoros).
una bici (y mucho amor)
algo redondo + algo que no sepas que es
Hubo cosas de la lista que faltaron, pero como todo compensa, hubo un bonus track. El día 6 ( o 7, ya no recuerdo), volvíamos caminando de noche junto con Lala, y bajo la luz de un farol, la ví. Era hermosa, estaba intacta, y casi casi que me estiraba los brazos para que la rescatara del camión de la basura. Su único defecto: un vidrio roto. Nos acercamos a curiosear, y no lo dudé: «levantala, que la llevamos», le dije a Lala, que me miraba sorprendida. Y así, para no perder la costumbre de seguir buscando tesoros, y para revivir la enorme emoción que me produce hacer dumpster diving, nos vimos con la mesita abajo de brazo. ¡Otra que tesoros!

Hola Lau! Siento lo mismo con la música clásica de la fuente. Podrías probar con ciertas apps que identifican la música que no conocés. Funcionan activándola cuando la canción en cuestión está sonando o lo mismo podés tararearla. En mi celular prehistórico la app se llama Shazam, espero te sirva. Beso!
Hola Lau!
La música de la fuente es de Lito Vitale y Baglieto
Espero verte la próxima que estés por Mardel
besos!
Nop! Esa también la escuché, pero esto es música clásica. Una onda Nessun Dorma, pero es otra.
Diste un sentido a mi dia =) Gracias por darle alas a mi imaginacion y llamar a la niña de mis ojos 😛
Nos vemos al rato en el proximo juego <3
😀 😀 😀
A mi me encanta Mar del Plata!!! Toda la multitud no me gusta para nada, pero la ciudad es una belleza y amo caminar por ahí, por las callecitas también descubriendo tesoros. Me encantó éste relato y las fotos! La próxima vez que vaya o viaje a otro lado, lo voy a hacer. Felicitaciones!!!
Geniales estos post… me divierte mucho y mas este en particular porque voy todos los veranos a Mar del Plata de vacaciones con mis viejos (que ya son viejos de verdad, casi) y los ultimos años, cuando empece a viajar mas y abrir la mente a cosas diferentes, empece a mirarla con otros ojos y me encontre con mil sorpresas!!!
Este año justamente dando vueltas en el auto buscando donde estacionar, saque una foto de la Mezquita (nueva para mi) porque no podia creer ir desde que tenia 6 años y no haberla visto nunca!!!! (hoy tengo 35!)
Creo que parte de ese descubrimiento fue porque estaba haciendo #100happydays lo cual me mantuvo por 100 dias, y de ahi para aca siguio, mas atenta a los detalles inusuales… ahora voy por las Busquedas del Tesoro y Viajar en tu propia Ciudad!
Gracias! Realmente me encanto esto….
Hola Laura!
Viajando un poco por el blog aparecí en esta Exploración y me encontré abriendo una ventanita nueva para buscar el libro Ébano… vi el precio y me asusté, pero encontré otro online -Viajes con Herodoto- y las primeras páginas me fascinaron. Hace unos entregué un trabajo para la facultad sobre la relación de la URSS con Alemania del Este después de la II Guerra Mundial y este autor habla de su vida y su primer viaje en la década del ´50… ¿Coincidencias? No lo creo, pero sí sé que una semana antes no hubiera producido el mismo efecto 😉
Una vez más, gracias por compartir con todos nosotros experiencias, ideas, viajes y lecturas… Siempre son una bocanada de aire fresco en medio de la ciudad y las búsquedas académicas!
Saludos!
P.D: algún día llevaré conmigo estos tips y los pondré en práctica 😉
Hola Lau!!
Soy de Mar del Plata (aunque vivo hace 8 años en Capital) y la verdad que alucine con este post. Acabo de conocer a traves de él lugares de mi propia ciudad que no conocia.
Es impresionante como a veces uno se transforma en extranjero de su propio lugar.
Muchas gracias!!!