*Hace un mes, la revista LADEVI me invitó a participar de una edición especial por su 25° aniversario. La consigna era sencilla: imaginar el futuro del turismo dentro de 25 años, y volcarlo en una nota. Supongo que la idea era invitarme a reflexionar seriamente sobre el rumbo de la industria turística. A mi me salió escribir un cuento. «El pasajero del futuro» es el resultado de esas ideas disparatadas. El texto gustó tanto, que le dedicaron una página completa. Y como yapa, recibí hasta felicitaciones de antiguos profesores de la universidad.
Corre el año 2039. El pasajero del futuro está a punto de irse de viaje. El paradigma del “hágalo usted mismo” lleva años instalado en la mentalidad de las personas, y las vacaciones se piensan frente a un monitor. Antes de elegir un destino el pasajero del futuro lee blogs, ve videos, arma hojas de ruta, chequea hoteles, busca referencias, compara precios on line. Tiene dos opciones en qué gastar sus dos semanas: puede ir a lo clásico — con los trenes de ultra mega velocidad en Europa podría hacer un Gran Tour en un santiamén— o animarse a alguna aventura que le permita sentir la sal de la vida. ¿No está la web, acaso, llena de videoblogs, fotos, archivos de aromas y transmisiones en vivo de viajeros intrépidos? Visitar lo último que queda en pie de la Selva Amazónica, cruzar parte del desierto acompañado de alguno de los nómadas que se ofrecen por whatsup, presenciar una ceremonia religiosa en las montañas de Nepal… Recuerda el penetrante aroma a sahumerio que salió de su monitor inteligente durante el último video que vio en Youtube, y se imagina sí mismo. “Puede que Nepal no esté tan mal”, piensa. Y, sin darse cuenta, susurra “Nepal”, aferrándose a la idea. Entonces suena su teléfono. El aparato ultra inteligente ha reconocido su voz y le acaba de enviar un correo con todo lo que necesita saber: Katmandú está a 16415 km. de su casa y hay un vuelo diario con conexión en Madrid. El mensaje también contiene una lista de los hoteles más recomendados según HotelYou —el portal más confiable de todos— ordenados por precio y disponibilidad, con opiniones de otros viajeros actualizadas al minuto, filmadas directamente con sus anteojos Google+. Tiene dos alertas de oferta último momento, tres itinerarios sugeridos con mapas interactivos, fotos, números de contacto de los guías locales, una cotización de seguro médico y hasta una solicitud de visa a la embajada nepalí, que debe confirmar rozando apenas su pantalla táctil. En seis clics ya tiene las vacaciones resueltas.
Tres semanas más tarde, el pasajero del futuro llega al aeropuerto. Tiene suerte de viajar en primera: los asientos de clase económica se han reducido tanto que apenas si se puede estar. Dos aviones, varios cambios de husos horarios y una conexión después, el viaje termina en Katmandú. En el aeropuerto, un viajero de anticuario despliega un mapa, y el pasajero del futuro no puede evitar un gesto socarrón. “Falta que saque una Lonely Planet de 400 kilos y se ponga a hojearla”, piensa, y sin dar vueltas se coloca sus anteojos inteligentes y enciende el pequeño audífono que ha puesto en su oreja. El GPS virtual comienza a darle indicaciones siguiendo el itinerario que cargó en el teléfono.
El viaje del pasajero del futuro no tiene sobresaltos. Al menos, no para él. Con su teléfono siempre en mano, y sus contraseñas como espadas samurái, el pasajero del futuro chequea sus reservas, contrasta datos, exige y denuncia cualquier anomalía no mencionada en la red. Apenas si nota las sacudidas de los empleados del hotel que viven en plena batalla para satisfacer a un cliente demandante, siempre insatisfecho y, lo que es peor, inmediato. Porque si así lo dice en la web, si así lo muestran las fotos, entonces tiene que ser así, y tiene que ser ya.
Pero algo falla en las vacaciones perfectas. Una tormenta retrasa un avión, se pierden las reservas del hotel, se anula la conexión. Y el pasajero del futuro no puede con su ira. Sin wi-fi que valga, descarga su frustración hasta dejar la huella de su índice impresa en la pantalla táctil de su celular. El “hágalo usted mismo” ha llegado a su tope. En un pueblo remoto, el pasajero del futuro intenta comunicarse con alguien, pero la central de reservas sólo sabe resolver todo de manera virtual y las tormentas imprevistas, las que no son captadas por los dispositivos mil punto cero, no figuran en el protocolo. Nadie tiene solución. Entonces, cuando el pasajero del futuro vaticina un fin vedado de clics, surge una idea. ¿Qué tal si existiera un dispositivo analógico, un punto posible de localizar en cualquier Google Maps en donde varias personas se encargaran de ayudar a otros pasajeros del futuro a organizar sus viajes? La idea de que hubiese alguien dispuesto a atender sus llamados a cualquier hora y resolver los estragos de una tormenta imposible lo sobresalta de emoción. “Las personas que trabajaran allí, piensa, deberían conocer los lugares en carne propia, y podrían dar una respuesta real a las inquietudes que ni los videos ni las reseñas pueden responder”.
En medio de un caos de aviones perdidos y de dispositivos muertos, el pasajero del futuro se siente entusiasmado. Sin saberlo, acaba de reinventar la agencia de viajes. Sin wi-fi a mano no logra entender cómo es posible que eso no existiera antes.
** La ilustración es de Valentina Novero, Lic. en diseño de la comunicación visual. En este enlace pueden ver otros de sus trabajos.
Y en el 2036 todo el mundo antes de viajar consultará LOSVIAJESDELABUELANENA.com, para luego volver todos a viajar a dedo y los libros de Juan se venderán como la Biblia hace 2014 años. Buen relato, seguramente así será. Preguntale al viajero si es Argentino y si sabe si para ésa fecha ya sacaron o todavía no lo del Cepo ja ja ja ja
Muy bueno Lau!!! Te recontra felicito
LADEVI! me hiciste acordar a mis tiempos de agente de viajes
Beso grande !!!
Muy buena historia! Ojalá no lleguemos a tal situación, de todas formas, siempre existirán los «viajeros de dedal» 😀
Abrazo!
Buen viaje!
Pero si el pasajero del futuro hubiera leído en algún blog perdido entre los infinitos archivos de su tiempo que existió o quizás existe aún una tribu de viajeros que con o sin wifi, con palabras o señas, con mapas si los encuentran, caminan por el mundo. Unos que saben que al final del día se toparán con ese local que les saciará la sed, que les señalará a la tienda más cercana o a su propia mesa, que les subirá en su tractor hasta el próximo cruce, que les abrirá una puerta al hostal o su cuarto de invitados. Si este pasajero del futuro soñara con ser viajero, entonces la tormenta sí que habra valido la pena, y ese día quizás habrá nacido un nuevo autostopista del futuro. ¡Felicidades por el artículo, Laura!
Me encanto!!!
FELICITACIONES LAURITA y compañero por sus blogs les escribo desde AREQUIPA-PERU y es purita verdad que el que CREE -PUEDE
todo empieza en el estado mental me preparo para ir a mochiliar al mundial de BRASIL 2014! FUERTES ABRAZOS cariñosos DE OSO para toda LA COMUNIDAD MOCHILERA MUNDIAL henry