17 noches de viaje, más de 1500 kilómetros recorridos a dedo y una nueva aventura que contar. El saldo que deja el viaje por Islandia es positivo por donde lo recuerde: además de sumar un nuevo país a mi inventario, volví a tomarle el gusto a la ruta y me animé a hacer muchas, pero muchas cosas que ni me había imaginado que sería capaz de hacer.
No exagero si digo que Islandia fue uno de los mejores viajes de mi vida. Uno podría pensar que para que un viaje se suba tan alto en el pedestal tienen que alinearse muchos planetas, porque cuando la expectativa es alta, cuando se empeña y se espera tanto de un lugar, las posibilidades de que todo se caiga por el barranco suben de manera exponencial. Y es verdad. Sin embargo, más allá de la felicidad de los desafíos cumplidos, de la exuberancia de los paisajes que nos encontramos, de la sorpresa que fue para mí el pueblo islandés, todo el viaje estuvo marcado por algo difícil de encuadrar en cualquier especulación: la risa. Uno no puede plenear cuándo se va a reir, ni por qué, ni con quién, ni por cuánto tiempo. La risa es algo que te agarra de imprevisto y, cuando es buena, cuando es de esas que valen la pena porque son capaces de cambiarte un día, es tan pero tan poderosa que no la podés contener, y es irremediable dejarla salir por todo el cuerpo, agarrarse la panza, llorar y hasta tirarse al piso si es necesario.

Reírse hace bien, como abrazar, como confiar, y como tantas otras cosas que hice durante el viaje a Islandia. La ví a Aniko intentar salvar –en vano– la vida de un pato bebé que no entendía los riesgos de la vida moderna y cruzaba la ruta cada vez que podía, y me maté de la risa; estuve saludando insistentemente durante media hora a un pobre chino que no era el chino que yo pensaba que era –y que por ende no me contestaba el saludo, obvio, lo que me llevaba a saludarlo aún con más ganas–, y lloré de la risa al darme cuenta de que era el chino equivocado; vi aparecer al abuelo de Heidi en un cuatriciclo entre las montañas, y me reí hasta que me dolió la panza.


Así y todo, hubo desafíos que quedaron en el tintero. Algunos quedarán para otro viaje. Acá van unos ejemplos, con hashtags incluidos para expresar mi frustración.
a) Comerse un pancho con Björk. Lo intenté. Le mandamos tweets a ver si se copaba a pasear un rato. Quisimos tentarla, y le dijimos que si se sacaba una foto con nosotras y la subíamos al blog seguro conseguía que la invitaran a cantar en el mundial. Hasta le dijimos que si se portaba bien la llevábamos en un tour exclusivo a dedo por todo su país. Se ortivó. Nunca nos contestó ni un solo tweet. El pancho nos lo comimos igual. #bjorkLTA
@bjork hi! r u in Reykjavic? We are 2 travel bloggers from Argentina and would really love to invite you for a hot dog 🙂 @viajandoporahi
— Laura Lazzarino (@LosViajesdeNena) Mayo 24, 2014
Sí, sí, deletreé mal Reykjavík. Me tomó varios días aprenderlo de memoria. Mmmm…ahora que lo pienso capaz se ofendió por eso!
b) Conseguir la camiseta de Islandia. También lo intenté, Hernán, y te juro que no fue por los millones de pesos que seguro me iba a costar el talle XXL, sino porque no vi ni una sola tienda de deportes en Reykjavik. No, al menos, al alcance de la mano. Me vine sin saber si quiera de qué colores era. #LaAlegriaNoEsIslandesa
c) Pintar un stencil de #desafioislandia. Estuvimos muy cerca de intervenir las paredes de Reykjavic, pero nos faltó tiempo. #todonosepuede.
d) Tocar una canción en el ukelele y pasar la gorra. Yo quería que Ani sacara «Guacamole» de Kevin Johansen. Yo la iba a cantar, y me iba a poner a bailar en la calle y a invitar a la gente a que bailara conmigo. Hasta se lo que quería mandar a Kevin por Twitter, que es un copado y seguro mandaba saludos. Todo me lo había imaginado. Estoy segura de que nos hubieran dejado unas cuantas koronas en la gorra con tal de que me callara. Pero no pudimos. Fueron unas lindas vacaciones para el ukelele, que paseó por toda Islandia. #IgualKevinTeamo
e) Dormir en una comisaría. Ojo, no queríamos portarnos mal, queríamos que amablemente alguien nos dejara dormir en un calabozo. Imposible. Las veces que lo intentamos nos encontramos con las comisarías cerradas. Así de alta es la tasa de delincuencia por allá…#LaInseguridadNoEsNiSiquieraUnaSensacion
f) Dar una charla en una escuela. Tenía muchas ganas de retomar el Proyecto Educativo Nómada en Islandia, de mostrarles a los nenes cómo es el país de dónde venimos, como son los chicos en Latinoamérica. Pero le calculamos mal. Llegamos dos días después de que terminaran al clases, y las escuelas estaban vacías. #Fail
g) Mantener el equilibrio montadas en una patineta (y disfrutar del asfalto y los paisajes). La idea fue de Paulo, un lector brasileño colombiano (#NoTodosLosPaulosSonCohelo). Paulo, querido, consejo de viajero precavido: no hagas de viaje cosas que no harías estando cerca de tu casa. Voy a postearte una foto de la única vez que me subí a una patineta, que fue en la Guyana Francesa, para que te des una idea de lo que sería hacer lo mismo en Islandia, donde es todo en bajada. No me haría feliz. #NoSoyWalterMitty


h) Ver un puffin. Antes de salir, ninguna de las dos tenía idea de lo que era. Yo pensaba en un budín con alas. Después nos enteramos que eran los pájaros más lindos del hemisferio norte, y nos obsesionamos. No tuvimos suerte. La vez que pensamos ver uno, saltamos de alegría y preparamos las cámaras, resultó ser un bodoque de tierra con una tapa de Cocacola. #AguantenLosPinguinosQueSeVenPorTodosLados
i) Cantar el himno el 25 de mayo (y comer locro, y empanadas y sacarse una foto con una bandera argentina), fue idea de Vito, blogger compatriota. No hubo chances. Primero, he de confesar, no soy de lo más patriota que anda por el mundo, aunque banco el locro a muerte. Sin embargo, Islandia debe ser uno de los países donde menos argentinos me encontré, ¿de dónde saco una empanada, Vito? #agentinidadaltacho
j) Salir en televisión. Bueno, no vimos una sóla cámara de TV en todo el viaje. Aunque a las dos se nos ocurrieron muchas maneras de matar dos pájaros de un tiro y cumplir con el desafío j) y el e) al mismo tiempo, preferimos pasar «desapercibidas». (Seguro que volviste arriba a ver cuál era e desafío e) )#EnIslandiaNoHayRial
k) Ver un oso polar fue la sugerencia de una lectora por Twitter. Seguidora de la red social del pajarito: en Islandia no hay osos. Y como bien aclara este cartel, si llega un oso a las costas islandesas, a bordo de un iceberg perdido, lo matan. Así de descorazonado el asunto. Les sale más barato matarlo que mandarlo de vuelta. #SuerteQueLaRazaHumanaEsLaMasInteligente
Igualmente, como ya sabrán, pudimos cumplir otros tantos. Y esta es la lista (que no es poca cosa):
Desafío Islandia (introducción) (y la versión de Ani)
Desafío Islandia (1): Llegar a París en dos días
Desafío Islandia (2): Meter todo en una sola mochila y no perder el avión (Ani)
Desafío Islandia (3): Desconectar en Reykjavík
Desafío Islandia (4): Subirnos a un barco de pescadores (Ani)
Desafío Islandia (5): Hacer dumpster diving
Desafío Islandia (6): Sobrevivir al clima (Ani)
Desafío Islandia (7): Abrazar a cinco islandeses
Desafío Islandia (8): Encontrar la fábrica de artistas (Ani)
Desafío Islandia (9): No pagar ni una noche de alojamiento
Desafío Islandia (10): Dar la vuelta a la isla a dedo (Ani)
Bonus: Hacer el Círculo Dorado sin hablar (y la versión de Ani)
Antes de dar por terminado este capítulo de desafíos y de viaje islandés, quiero volver a decir que para mí viajar es mucho más que ir de un punto a) a un punto b); que moverse para llegar a sacarse las fotos que hay que sacarse, a ver lo que hay que ver. Viajar es único, es personal y es incuestionable. A veces, está bueno pensar fuera de los límites y animarse a más. Viajar también es jugar, y eso es lo que quisimos hacer con estos desafíos. Puede que la idea sea redundante, porque todo viaje conlleva retos que hay que sortear, y nos pone a prueba de manera contínua, pero tener metas que cumplir y que superar fue una motivación más para animarnos a hacer cosas que quizá no nos hubiésemos atrevido a hacer. El premio: un viaje como el que finalmente hicimos. Así que si les sirve de algo, anímense. Desafíense a sí mismos, rompan un poco los moldes, viajen más allá de las guías. Y vayan a Islandia. Les va a encantar.
Podés leer la versión final del Desafío Islandia escrita por Ani, en este enlace
Hola Lau!Gracias por compartir este viaje,por llevarme a sitios que jamas se me hubiese ocurrido visitar.Estoy ansiosa esperando saber cuales son tus caminos actuales,en que anda mi querida viajera.Gracias Lau por hacer que mi alma vuele,por seguir alimentando mi espiritu viajero,ese que solo se comparte con quienes comprenden que viajar es una extencion de tu propio ser.Te mando un gran abrazo….y como siempre…BUENOS CAMINOS!!!
Juaajua! Ya sé q no sos la más patriótica, de ahí q grabarte cantando el himno un solemne 25 de mayo en Islandia sea un «desafío» ;). Aunq podrían haber hecho al menos una versión mundialera, con el «oohohohohh» bajo el efecto del sol de medianoche… y si hubieran conseguido esa camiseta islandesa, uhhh supremo!
La comida sí era más jodido… me ha costado mucho homenajear couchs «por ahí» tratando de inventar tapas de empanadas (ni hablar de un zapallo para locro!), pero por ahí corrían con la suerte de encontrar ese típico argento q se puso una parrilla en… Islandia! Mala suerte (me niego a creer q no lo haya, hemos encontrado «choripan argentino» en los lugares menos esperados!).
Abrazos y espero la próxima saga!!
Genia! Leí toda la epopeya islandesa. Muy buen viaje, y buenas anécdotas.
A causa de estos posts que leí sumo un nuevo país, que antes pasaba desapercibido, a mi futura travesía europea.
Saludos, sigan viajando y sigan relatando que yo seguiré leyendo con gusto 🙂
Hola Laura
Maravilloso ese viaje a Islandia y junto a el cada uno de sus desafios.
Dos cositas a tener en cuenta:
Viajera precavida. Evitaste un caida en la patineta (muychistosa la foto te morias del susto y del miedo., no se notò).
No soy brasileñooo… Soy Paulo paisa de Medellin el de «berracos»…
Un fuerte abrazo
Y buenos caminos
Ohhh prejuicio mío entonces, perdón!!! Ya lo modifico parse! 🙂 (no sé si va con «s» o con «c»). (No hablamos cuando estuve en Medellín, o me estoy confundiendo de persona?). Gracias por la aclaración y brindemos con arepa por los adesafíos! 🙂
Me encantó este viaje, me encantó. Los desafíos, la manera de relatarlos, las felicito a ambas. Abrazotes!!!
Hola Lau, hace poco tiempo descubrí el blog de Aniko y me paseé por su blog, leyéndola y disfrutando de sus viajes. Ahora con el Desafío Islandia, gratamente te descubrí a ti, desde el blog de Ani. Ha sido un maravilloso hallazgo. Me gusta leerte, disfruto cada uno de tus posts y no lo creerás, pero pareciera que te conozco, que te leo como si ya supiera de ti, como leería a una amiga. Sin duda, has sido fuente de inspiración para mi vida. Sigo paseando por tu blog, aprendiendo y sobre todo, dándome ánimos para un día, espero no muy lejano, iniciar el viaje que desencadene muchos más. Te dejo un abrazo desde mi querido México, acá tienes tu casa cuando estés por estos lados. Besos!
Es el primer post que leo y me rei mucho! Yo quiero Islandia! Por lo pronto arranco xa Ushuaia y ya me estoy achicando x si hay mucha nieve y no puedo hacer nada!
Tu cara sobre la patineta es lo mejor del post. Quiero volver a Islandia! Todo me parece aburrido después de tantas risas. Te faltó decir que ningún islandés nos piropeó. Besos y Petta Reddast.
Nada será igual de ahora en más…porque todo va a ser indefectiblemente comparado con Islandia! El mejor viaje de todos, lejos. Galli love para vos también. (V=&% se la c…. A/&&% se la dá!)
Hola Laura, llegue a tu blog por Aniko que la seguia a ella desde hace un año mas o menos, me encanto leerte en este «Desafio Islandia» y ya que estamos me quede por mas.
Disfrute cada entrada como si fuera estuviera con ustedes.
Tambien me encanto la campera que usabas, ¿me dirias la marca?
Te mando un saludo cordial.
Fernanda.
Hola Fer! Gracias por el comentario y el elogio a la campera! jajja es una marca Quechua que compré en Decathlon, España. Es desmontable, la parte de abajo es de polar, y me salió muy buena. Si estás en Argentina, tuve una muy similar (mucho más cara pero mejor) marca Columbia. Es la campera color celeste pileta que tengo en todas las fotos de Antártida y que se me fue en el robo de Venezuela! jajaja Super práctica y muy buena para viajar!