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Mi no entender o 5 anécdotas por no hablar otro idioma

¿A qué viajero no le sucedió alguna vez? Estar en otro país, necesitar comunicarse, no conocer las palabras, terminar en medio de una confusión. Para muchos, no hablar otro idioma es de un estrés inconmensurable, al punto de pasar por tímidos o directamente por mudos con tal de no fallar. Para otros, más extrovertidos o descomplicados, cualquier recurso es válido a la hora de comunicarse. 

En este post, cinco historias en donde la barrera lingüística terminó siendo una gran aliada a la hora de convertirse en anécdota —y de aprender, porque al final, los errores pueden ser grandes maestros—.

pánico de hablar otro idioma
Sip, pienso ilustrar este post con puro meme

Un hongo no es siempre un champiñón

Conocí a Manuel en Zaragoza, hace ya varios años. Teníamos un amigo en común, a los dos nos gustaba viajar, pero Manuel no podía con el inglés  (A decir verdad, no podía con hablar otro idioma). Hasta su español era tan cerrado que por momentos tenía que pedirle que me dijera las cosas dos veces, pero a él eso no le importaba. “Mira, que yo viajo pa’ toa’ parte’ y donde sea me hago entender”, me dijo. “Y no tengo ninguna vergüenza”. Entonces, mientras tomábamos vino y comíamos la mejor tortilla de papas que he probado alguna vez en mi vida, Manuel me compartió su mejor historia.

“Hace unos años estaba de viaje por Europa Central, ya sabes tú cómo es eso. Fiesta, alcohol…Que me fui de copas con una rumana y terminamos liados. Era…qué te digo, una cosa hermosa, sin palabras. Bueno….sin palabras también, porque ni podíamos hablar pero qué va, eso no importaba”.

No sé cuántos años habían pasado de aquella historia pero la rumana debe haber sido excepcional porque a Manuel, al recordarla, se le iluminaban los ojos. El caso es que pasaron la noche y al día siguiente cada quién a su casa. Manuel se fue a su hotel, siguió su viaje, acabó en Serbia. Habían pasado varias semanas desde aquel encuentro cuando comenzó a notar una incomodidad. Primero, le picaba. “Tu sabe, ahí abajo”, me dijo, sin disimular pudor. Le picaba y le picaba pero decidió que el mejor antídoto era no pensar en ello, y siguió. Ya lo resolvería en España, donde no tendría que hablar otro idioma para explicar su malestar. Fingir demencia, igual, no le resultó: días más tarde se encontró con una mancha, y comenzó a preocuparse. Manuel, entonces, decidió que lo mejor era ir a una farmacia a pedir un ungüento, pero estaba en Serbia, no existían aún los celulares, y no hablaba inglés. Su mejor estrategia era esperar a un farmacéutico hombre. Iría al grano: le haría señas y le mostraría el asunto de ser necesario. “Tu sabe, son hombre que han estao en la guerra”. Así que para allá se fue. El asunto es que detrás del mostrador no había un hombre sino una chica, joven y tan bella como la rumana, y a Manuel le dio coraje. “No me iba a pegar la vuelta. No podía más del escozor y esa muchacha ya me estaba mirando. Así que hice lo que pude. La miré, me puse bien serio así, como ahora, y le dije: I have mushroom in my magic place”.

No fui la única que casi se atraganta con el vino al escuchar la historia. Nuestro amigo le había dicho a la farmacéutica algo así como que tenía champiñones en su lugar mágico y aunque todo en esa frase era incorrecto, la creatividad lo salvó. Ella se rió, lo entendió, le trajo una pomada y a los pocos días Manuel había recuperado su miembro y su tranquilidad. Y se había llevado la anécdota del siglo. No hablar otro idioma puede, sin lugar a dudas, ser una experiencia divertida.

Si querés aprender a hablar otro idioma y no sabés por dónde empezar, o te abruma la idea de ir a clase y hacerlo al ritmo de un grupo, acá te comparto alternativas para que estudiar inglés o francés o la lengua que quieras no sea un dolor de cabeza. Las opciones van desde plataformas educativas hasta reuniones con extranjeros en tu propia ciudad.

Cuando se te pasa el erizo

Dice el dicho que donde fueras haz lo que vieras, y si lo aplicamos a hablar otro idioma podríamos decir, entonces, que repitas lo que escuchas. No lo sé. Martín Caparrós dice que el viajero tiene licencia para ser el tonto del pueblo, para preguntar lo obvio, para equivocarse sin pudor. Pero claro, no a todos les gusta o se atreven a esa opción. La mamá de Clara es una de ellas.

Corrían los años 90 y Clara vacacionaba en un all inclusive en Punta Cana. El almuerzo era estilo buffet y en uno de los puestos servían paella. Hacia allá fue la señora. Estaba a punto de pedir que le sirvieran cuando escuchó que el señor que estaba delante de ella dijo algo de “erizo”. La doña no escuchó qué, pero dio igual. Ella no quería paella con ese bicho, así que cuando fue su turno dijo muy claro y en voz alta: “sin erizo”. Después de un rato de ver que el muchacho que servía intentaba sacarle todos los granos de arroz a la paella, la señora se dio cuenta de que el chico pensaba que ella era italiana y había asociado «sin erizo» a que quería sin «risso» que, en italiano, es arroz. Por supuesto que la paella no tenía erizo.

Existe una plataforma llamada Lingopie que te permite aprender idiomas mientras miras Netflix. Podés aprender inglés viendo Stranger Things o practicar tu francés mientras seguís las aventuras de Lupin. Hay shows en alemán, italiano, portugués, ruso, japonés y hasta coreano. En lugar de ver videos educativos que muchas veces no se parecen al idioma que se habla en la calle, mirás series en streaming, con el guión a un costado y los subtitulos en los dos idiomas: el tuyo y el original. Hay para todos los niveles y podés ir haciendo clic sobre cada palabra para ver su significado.

Falsos amigos

Una de las cosas más difíciles de hablar otro idioma puede ser, sin lugar a dudas, memorizar esas palabras que suenan parecido en nuestra lengua y en la que estamos aprendiendo, pero que tienen significados totalmente diferentes. El término vassoura en portugués, por ejemplo, no significa “basura”, sino “escoba”.

A esos términos, por lo general, se le conocen como falsos amigos: es normal que tu cerebro reemplace tu falta de vocabulario con un término conocido, que también exista en el otro idioma, pero con un significado totalmente diferente. Algo así le pasó a Virginia.

De por sí, un vuelo de 14 horas es algo cansador, en especial si una viaja en económica como la mayoría de los mortales. Una se sube al avión, ruega por que la fila se quede vacía o por que le toquen compañeros tranquilos y espera, con mucha ilusión, poder dormirse o, al menos, que las películas del avión sean lo suficientemente entretenidas. En esas estaba Virginia cuando, en la fila de atrás, se sentó una mamá con su niño de cuatro años. El avión no había despegado y el nene ya había comenzado a patear. Pateaba y pateaba el respaldar Virgina como si quisiera nacer de nuevo, siempre constante, siempre a la altura de los riñones. Ella se podría haber quejado pero decidió tener paciencia. El niño estaba inquieto, se le pasaría.

Dos horas más tarde, Virginia no aguantó más. El nene era una máquina. Agotada, se giró en su asiento, miró a la madre con ojos furiosos, y le dijo: “Excuse me, your kid is molesting me”.  Y acá se desató la furia. La madre del nene, lejos de calmar al pateador, empezó a insultar a Virginia, indignada. No tuvo compasión con su incipiente inglés, no se percató de que el nene pateaba y pateaba, no pudo ver más allá de sus razones. Tuvo que intervenir la azafata quien, además de poner paños fríos, aclaró la situación. En inglés, el verbo to molest significa acosar sexualmente a alguien.

Si ya hablás inglés y querés aprender a hablar otro idioma, acá te dejo una lista de los mejores idiomas para viajar.

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El maní o la vida

Seamos sinceras: una nunca termina de aprender un idioma. Ni siquiera el propio. Si fuera así no existirían los diccionarios, no tendríamos problemas con los regionalismos, podríamos comprender todo de una. Así que si eso pasa con la lengua materna imagínense lo que es hablar otro idioma: por más fluidas que seamos siempre estamos expuestas a cometer un error. Y eso fue lo que le pasó a Sarah.

Sarah es canadiense y lleva años viviendo en México. Se considera bilingüe y verdaderamente lo es: su trabajo, su vida social y su cotidianidad transcurren en dos idiomas. Por eso, el episodio del viernes, la dejó perpleja.

Estaba de after office en un bar tomando unas cervezas cuando se acercó a la barra. El chico estaba sirviendo maní en un potecito. Era justo lo que quería Sarah, así que ella se asomó y le pidió si le daba un poco.

—Perdona, ¿me das una puñalada?

—¿QUÉ?

—Que si me das una puñalada.

Deben haber sido los ojos casi transparentes que tiene Sarah, sumado a su piel blanquecina lo que hicieron que el mozo notara que ella no era nativa.

—¿Cómo que una puñalada?

—¡Sí! ¡Una puñalada de maní!

“No sé que me hizo sentir peor, si comprender lo grave del error, o darme cuenta de que llevo años pidiéndole a la gente que me clave un cuchillo con maní sin que nadie me corrigiera”.

es importante que te corrijan cuando cometer un error al hablar otro idioma

Qué difícil es hablar español

Pero a veces no hace falta hablar otro idioma para caer en estas confusiones. Basta con viajar al país de al lado o, incluso, a la provincia de más allá para caer en grandes confusiones. Entre el vos y el tú, los acentos, y los dobles sentidos es muy fácil terminar diciendo cosas obscenas sin darse cuenta. Esto le pasó a Antonela (y confieso que a mí, alguna vez, también):

“Trabajé como voluntaria en una ong neerlandésa por que viajé a Holanda sin hablar holandés y muy muy poco inglés. Era mi primer encuentro con gente de un país diferente al mío. Soy argentina. Igual yo muy confiada hablaba sin pensar mucho, total todes hablabamos español. En la oficina había un hombre mayor que limpiaba. Era cubano. Y yo dele y dele decirle: «si querés me corro así podés limpiar». El pobre hombre le dio mucha vergüenza y no me decía nada, así que y yo insistía: «Sí, tranqui, yo me corro, no tengo problema».  Mi jefa española, al ver que yo no me daba cuenta y el hombre no me respondía de la vergüenza, intervino y me pidió usar un sinónimo para la próxima. Y es que correrse no quiere decir exactamente moverse a un costado”.

cuando hablamos otro idioma aprendemos cosas que no sabemos en nuestra lengua materna
la conjugación de verbos es un tema a la hora de hablar otro idioma

Así que ya sabés: si estás en proceso de aprender a hablar otro idioma, no te desanimes. Pensá que errar el humano, que se puede errar en la misma lengua materna y que, al menos, ahora tenemos chances de aprender de muchas más formas que en el pasado.

Laura Lazzarino

Soy Laura y desde 2008 vivo con mi mochila a cuestas, con un único objetivo: viajar para contarlo. Este blog es el resultado de mis aventuras a lo largo de +70 países. ¡Bienvenido a bordo!

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