1. Si este fuera un blog en inglés, el título de esta serie sería simplemente “My bucket list”. Pero sabemos que las traducciones literarias no existen y que la belleza intrínseca de cada idioma reside en la imposibilidad de trasladarlo todo de una lengua a la otra: las palabras, los sentidos, lo que hay detrás. “Bucket list” es una lista de cosas para hacer antes de morir, sin la necesidad de escribir o de nombrar los derivados de “muerte” en el título. Y me gusta por eso. “Bucket” significa “balde”, y la frase “bucket list” (que literalmente sería “la lista del balde”) viene de la expresión “patear el balde”, que sería algo así como “tirar la toalla”. Es decir, una lista de cosas que hacer antes de mandar todo a la mierda (voluntariamente, o no).
2. Sepan disculpar la mala calidad de las fotos.
Nunca me había sentado a escribir mi bucket list. Sabía que estaba ahí dando vueltas, que había un montón de metas chiquitas y no tanto que quería alcanzar antes de… Así que me dije basta. Amagué a escribir un montón de veces pero siempre me parecía que no me iba a salir nada, que todo era insignificante. Hasta que en uno de esos intentos, pude. Y empecé a escribir como loca, ítem tras ítem. Si al principio me parecía que no iba a poder llegar a los 10, terminé con una lista de 50 cosas al hilo, todas hermosas, todas realizables, todas capaces de sacarme una sonrisa. Aunque algunas cosas ya las había cumplido antes, sin darme cuenta de que formaban parte de esa lista (conocer el pueblo de mis bisabuelos, viajar a la Antártida, ver desovar tortugas gigantes), la mayoría aún están sin tachar. Hoy inauguro esta serie con un mini relato de un ítem menos. Un sueño cumplido que, curiosamente, fue de los primeros que anoté: volar en parapente.
Cuando Jose me preguntó si me animaba, lo único que pude decir fue “¡obvio que sí!”. Porque esa era la verdad. Obvio que me animaba, obvio que no me daba miedo, obvio que lo quería hacer. Supongo que él no se lo esperaba. Para alguien con experiencia cero en el aire, lo normal tal vez hubiese sido dudarlo, o al menos hacer las preguntas básicas para sacarse cualquier temor. No lo sé. Probabilidades de venirse a pique, estadísticas de gente que se cae en medio del vuelo, confiabilidad del instructor. Pero ninguna de esas cosas se me vino a la mente. Creo que de todas maneras algo me dijo sobre la seguridad, pero para ser honesta, yo no lo estaba escuchando. Ni bien acepté y me di cuenta de que la cosa iba en serio, me puse a pensar en un sueño que tengo desde muy chica, y que siempre viene a mi mente en ese momento en que no estoy ni lo suficientemente despierta como para abrir los ojos, ni lo suficientemente dormida como para no darme cuenta de que eso que vivo no es real. El sueño es siempre el mismo: estoy en mi barrio de la infancia, donde todavía vive mi mamá y donde vivo yo cuando vuelvo. Parque Sarmiento es un barrio de muchos árboles, de calles de tierra hasta hace muy poco, de quintas, de pájaros. Siempre que sueño estoy en una esquina diferente, con los pies en la tierra, mirando hacia abajo. Entonces despego. Y de a poco empiezo a mirar mi barrio desde el cielo: los techos de las casas, los patios, las ramas. Siempre es primavera, así que voy flotando suave entre las copas reverdecidas, subiendo y bajando como si no hubiese gravedad. Es muy pacífica la sensación, porque como a veces estoy más despierta de lo que debería, soy consciente de lo que está pasando y entonces elijo a dónde quiero volar. A veces me meto en piletas ajenas, y despego cuando el dueño está por llegar. Otras veces me siento en lo más alto de un roble a mirar el barrio desde arriba. En algunas ocasiones la situación es confusa, entonces me pregunto si de verdad eso es un sueño o si es un recuerdo de otra vida. Me digo entre dormida que a lo mejor en otra dimensión los hombres vuelan. O que en verdad cuando me duermo me transformo en ángel, o en hada madrina, o en pájaro invisible. Lo cierto es que me siento como una pluma, y me termino durmiendo en paz. Quizá sea la antítesis de mis pesadillas con ballenas lo que haga que volar no me provoque miedo en absoluto, y aunque en parapente no había volado nunca, sabía que me iba a encantar. Lo que no sabía, era que tanto.

Llegamos a la cima de la colina y el Valle del Cauca se preparaba para darle la bienvenida a la noche. Quedaba muy poco de sol, así que el instructor empezó a ponernos el equipo rápido. Yo estaba como catatónica. No tenía adrenalina, ni emoción, ni nada. Había pasado todo tan rápido, que simplemente no podía creerlo. Pero ahí estaba, al borde del barranco, con las zapatillas más inapropiadas del mundo, escuchando a toda marcha las instrucciones de Javier, el chico que iba a volar conmigo. “Cuando te diga ‘ahora’ empezá a correr con todas tus fuerzas, no te frenes y no te vayas a sentar”. Entonces me dio miedo. Estaba tan empinado el barranco y tan lisas mis suelas, que temí irme de boca contra el pasto. Los techos de las casas que había un poco más abajo no eran tampoco de gran aliento. Javier quiso convencerme de que es no era posible, pero cuando vio a que duras penas podía mantener el equilibrio nos cambiamos de bajada. “Ahora sí”, me dijo. Y como un pájaro sabio que sabe cómo oír al viento Javier esperó hasta que lo supo. “¡Ahora, corré!”, me dijo. Fue como si hubiesen apretado un botón. Mirando para abajo, igual que en mis sueños, empecé a ver cómo mis zapatillas luchaban contra el césped. Piernas, brazos y alma empujaban para adelante, con todas mis fuerzas. Habré corrido dos, tres, diez segundos. Y de repente…plop.
Ya no hubo más césped sino valle, y nubes, y cielo, y patitas en el aire. Grité con lágrimas de emoción. Y aunque la realidad nunca se parece a los sueños, el parapente me dio ese regalo: desde el cielo todo se sentía como yo me lo había imaginado, con esa liviandad, con esa paz, con ese silencio de viento profundo. No hubo adrenalina, ni vértigo, ni cosquilleos en la panza. El parapente me dio paz, toda esa paz que en tierra no encontraba más que en mi sueño. Cuando aterrizamos nuevamente sobre el césped, sentí que el paseo había sido muy corto. Joaquín me dijo que fueron diez minutos en el aire, pero a mí no me parecieron ni dos. Hoy sé que daría la vida por un buen par de alas.
Bonus track: Nunca pensé que se iban a copar y mandarme el videíto de la GoPro, pero lo hicieron. No se rían, pero yo no lo vi completo. Me da vergüenza verme, estaba muy emocionada. Se los comparto igual, porque lo que viví fue hermoso:
Este viaje a Cali fue parte del proyecto #3TravelBloggers y contó con el apoyo de Avianca y de Cali Exposhow. Mantengo total control de lo que escribo (aunque a veces escriba descontroladamente).
Hola Laura! Te descubrí hace muy poquito leyendo blogs de viajes…y ya formas parte de los «favoritos» de mi notebook en la cual, a excepción de 2 páginas para ver pelis, el resto son todos blogs, de viajes y de cocina. Estaba leyendo posts, imaginate que para alguien que recién te descubre son muchos jaja, y entré a este…lo publicaste recién, hace nada! Capas seguís conectada, y yo escribiéndote, y sin conocernos…eso es lo raro de todo esto no? Tuve el impulso de dejarte un comentario porque cuando leí tu primer párrafo me identifiqué con vos. No te imaginas lo que significa eso! Cada vez que le digo a alguien que me cuesta dormirme y entonces elijo que soñar y que quiero que pase en el sueño se me ríen. En serio, nunca nadie me lo tomo en serio…y yo para mí decía, «estoy loca? a nadie más le pasa? pero vos como haces, te acostás y ves una pantalla en negro te dormís?» como que no entiendo como puede pasar eso de acostarse y dormirse enseguida, me paso muy pocas veces y estando muuuy cansada.
En fin…soy una soñadora total, a veces incluso estando despierta jaja. Al fin encuentro a alguien que se hace esas preguntas locas de los sueños jaja! Te digo algo? Para mi no creo que sea otra vida, sino que atraemos las cosas que queremos que nos pasen (incluso cuando nos pasa algo malo, tal vez lo hayamos atraído inconscientemente). Creo que soñar tantas veces con mirar tu barrio desde el cielo se materializó de esta manera, lo deseaste tanto que lo atrajiste a vos y lo cumpliste. No importa que no llegue de la misma manera (eso ya sería de película) lo importante es que te transporte a esa sensación que tanto deseabas, y que en el video parece que sentiste.
Abrazo de una lectora soñadora, patagónica y futura viajera sin vuelta cierta. 🙂
Todos soñamos con viajar, realizar nuestros más intrínsecos sueños, la verdad es que no fuisye el único quien se sintió identificado con su post, yo también me sentí muy a gusto a leer el artículo.
Hermoso resumen de una hermosa experiencia…
«Hoy sé que daría la vida por un buen par de alas.» (quien regale alas seguramente se lleve varias vidas consigo)
Hola Nena.
Enhorabuena por los estupendos viajes.A mí también me encanta viajar.
Quería comentarte que viajar gastando la gasolina, la casa, la comida, el gas, el agua, la electricidad de los demás no es viajar con seis euros al día, es viajar con el dinero de los demás.
Sin más, solo esto de un mochilero al que le da apuro gastar lo de quienes tienen infinitamente menos que yo.
Hola Javi,
Podrá darte un centenerar de explicaciones respecto de mi filosofía de vida, pero creo que sería inútil: tus opinión sobre mí habla más de vos que de mí misma. Vos medís todo con la vara del dinero (y por ende ves un abuso), yo veo todo como una manera de compartir (y veo en el medio muchísimas cosas que no se compran ni se venden). Y como a veces estoy de un lado (los que «gastan» la casa de lo demás…jaja me da risa pensar en que una casa se gasta), y a veces del otro (los que dejan que unos desconocidos infames les gasten la electricidad, el agua y el gas jajaj). De todas maneras es un mundo libre donde cada quién puede hacer y viajar como se le de la gana. Yo por mi parte, duermo tranquila.
Abrazo!
Laura que importa yo te regalo la gasolina la comida el dinero que necesites pa que sigas viajando con el dinero de los demás. Gente que opina solo por opinar. Saludos desde la caótica y siempre bonita Caracas. Venezuela
😀 <3 <3 <3 Gracias. Como bien dice mi abuela "hay de todo en la viña del Señor". Un abrazo desde la muy calurosa Buenos Aires, y gracias por viajar conmigo.
Es muy importante contar con asistencia al viajero demasiado diría! Cuando viajamos a europa con mi mujer, me descompuse y el seguro no salvó! Saludos!
Laura! En hora buena! Me encanta! me han gustado mucho tus posts! Yo he pensado tantas veces en el tipico «algun dia»…. pero ya he hecho muchas cosas que me propuse hacer algun dia… jejeje como puenting en costa rica o paracaidas en españa, en fin la vida esta para esto ¿no? para vivirla! tus post sobre la ruta de las flores ha sido fantastico tambien! Debo añadir que soy de las personas que pensaba que no hay nada que ver, pero tienes toda la razon la belleza esta en la ruta en si! jejeje
Lau te quiero! No se me podía venir otra frase a la cabeza… No es la primera vez que me haces recordar un sueño, que haces que no tenga miedo… El verte volar en tus sueños y minutos después en un parapente, como lo soñaste vos, como lo sueño yo… Se me llenan los ojos de lagrimas (de nuevo… ) jejeje… Tu escritura tiene magia… El mas grande de los abrazos… En el momento que me tire por parapente, lo mas seguro es que cierre los ojos y me acuerde de los genial que sos…
P.D: «Ladran Sancho, señal de que avanzamos» lei por ahi… 😉
ufff. Yo estuve en Pereira, me fui de «escapada» y volé por primera vez.. fue muy miedoso pero muy placentero, la vista era hermosa, de hecho fui dos veces, no me pensaba quedar pero fueron aparenciendo más amigos.